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¿Quién dijo que es sólo un tren? ¿Quién dijo que pasa sólo una vez? ¿Y si en realidad son muchos trenes? ¿Muchos trenes que pasan más de una...

¿Quién dijo que es sólo un tren? ¿Quién dijo que pasa sólo una vez? ¿Y si en realidad son muchos trenes? ¿Muchos trenes que pasan más de una vez, para no decir todo el tiempo?


La vida sí transcurre en una estación, pero no en cualquier estación, la vida transcurre en una estación «terminal» (una estación muy grande donde muchos trenes finalizan o comienzan sus trayectos) con una infinidad enorme de andenes, un gran puente que pasa por encima de las vías y sobre este puente es donde mucha gente espera para ver por cuál andén viene su tren. Y justamente ahí es donde para mí pasa la vida, o por lo menos donde yo creo que pasa y está pasando mi vida. Ahí estamos, parados en ese puente mirando las incontables vías. Viendo pasar no uno, sino miles y miles de trenes. Trenes que vienen de un lado y del otro, trenes que pasan cada 5 minutos, trenes que todos, absolutamente todos, frenan en esa estación y abren sus puertas a la espera de que entre. Cabe aclarar que algunos de estos trenes sí tienen el cartel luminoso con su destino y otros que no, que, en cambio, tienen un cartel, pero sin ninguna señal de adónde va.

Esos trenes son mucho más que trenes. Son oportunidades, son decisiones, son momentos. Ahí es donde yo hago una salvedad, la vida tiene miles de trenes, miles de trenes que abren sus puertas a cada rato para que nosotros podamos viajar, y lo bueno es que podemos subir y bajar de todos los trenes que queramos las veces que queramos. Podemos ir y volver de la estación todo el tiempo, porque en eso consiste la vida.

Tomar decisiones, tomar trenes, subirnos y no bajarnos nunca o subir para viajar y tomar otro tren. No importa si el viaje no fue lo que uno pensaba, uno puede volver y tomar otro tren. No importa si nos arrepentimos, en esa estación, no existen los límites. Podemos viajar a donde sea y siempre nos vamos a poder subir, porque siempre va a haber lugar y siempre las puertas se van a abrir. Tenemos la suerte de poder elegir y poder viajar siempre y a todos lados. Y ahí estamos nosotros, en esta estación, en ese puente.

Bajando por las escaleras, ahí están las oportunidades, ahí está el futuro, ahí están los trenes. Varios trenes con las puertas abiertas. Varios trenes, todos al mismo tiempo esperando que entremos. Varios trenes con destinos diferentes, con viajes diferentes esperando ser tomados.

Y ahí estamos, mirando a todos los trenes. Mirando uno por uno y pensando a cuál vamos a entrar. No sabemos que tren vamos a tomar, no sabemos cuál de todos los viajes vamos a hacer. Lo que sí sé es que, por suerte, y al igual que todos, tenemos un pase VIP con miles de viajes para realizar en la mano, y podemos viajar a donde queramos, las veces que queramos. Y por suerte, además a estas estaciones podemos volver las veces que queramos para tomarnos el tren que nosotros queramos.

 ¿Eres de los que das vueltas y vueltas y más vueltas a las cosas? Uno de los hábitos más comunes y (a veces) más destructivos que tenemos l...

 ¿Eres de los que das vueltas y vueltas y más vueltas a las cosas?

Uno de los hábitos más comunes y (a veces) más destructivos que tenemos las personas es pensar demasiado.

Sobre pensar las cosas nos lleva al bloqueo, nos impide disfrutar y puede encerrarnos en una burbuja de negatividad de la que es difícil salir.

Salir de ese bucle es importante para dejarnos llevar y vivir el momento.







 La gratitud nos abre las puertas a la abundancia. En ella encontramos una fuente inagotable de elevadas vibraciones, que surgen a través de...

 La gratitud nos abre las puertas a la abundancia.

En ella encontramos una fuente inagotable de elevadas vibraciones, que surgen a través de ser agradecidos y agradecidas.

Cuando vibramos en una frecuencia superior, atraemos una nueva realidad.

Más allá de los preconceptos,  de buena o mala con que califiques la vida, el agradecimiento nos permite encontrar una nueva percepción para valorar nuestra existencia.

!!Gracias!!






Lo típico es el original. Lo típico es lo propio de la vida. Lo que no tiene vida, lo que no tiene alma, lo que no se vive con el alma, no p...

Lo típico es el original.
Lo típico es lo propio de la vida.
Lo que no tiene vida, lo que no tiene alma, lo que no se vive con el alma, no puede ser original ni típico.




Nos comportamos como el ratón enjaulado, que da vueltas en su noria sin saber ni de dónde viene ni dónde va. La pandemia nos ha restringido ...

Nos comportamos como el ratón enjaulado, que da vueltas en su noria sin saber ni de dónde viene ni dónde va. La pandemia nos ha restringido la movilidad y, al mismo tiempo, ha aumentado nuestra impaciencia. El virus frenó la agitación exterior, pero aviva la interior. Venimos sintiendo unas ganas desaforadas de salir, de viajar, de pulular sin límites horarios ni geográficos. ¿Y dónde vamos? Eso es lo de menos. Solo queremos movernos, sin ir ni para atrás ni hacia adelante, como el hámster que gira en la rueda de su jaula.

Somos seres cada día más agitados. Nos desplazamos continuamente porque el movimiento no nos permite detenernos a pensar en la vacuidad de nuestra existencia. Somos bulímicos impacientes. De todo queremos más y más rápido. ¡Hasta Netflix permite ya ver sus series multiplicando por 1,5 la velocidad de visionado! Queremos verlo todo y estar informados del último chisme o probar el último restaurante para no quedarnos fuera de juego o de conversación.

Nuestra impaciencia se ha convertido en la máxima ocupación de estrategas ideológicos y publicistas. Se afanan sin descanso en atraer, colonizar y orientar la voluntad de los ciudadanos. Es una tarea difícil en una sociedad que padece déficit de atención. Es complicado satisfacer a un ansioso. Pero saben que nos hemos convertido en drogodependientes emocionales. Por ello, una caterva de predicadores, vendedores y políticos nos ofrecen todo tipo de emociones. Saben que quien se gana la atención del impaciente, controla su libertad.
foto SMCE



Seguro que alguna vez le ha pasado. Se ha puesto de nuevo esa chaqueta –la del traje multiusos de las ocasiones especiales– y ha notado un...

Seguro que alguna vez le ha pasado. Se ha puesto de nuevo esa chaqueta –la del traje multiusos de las ocasiones especiales– y ha notado un objeto en el bolsillo interior. Ha metido la mano y se ha topado con una estampa del Cristo o Virgen, una fotografía de recuerdo de la última Estación de Penitencia, un recuerdo de lo vivido la Semana Santa pasada, todavía se puede oler el incienso en ella. Qué recuerdos le han venido de pronto. Este año no va a poder asistir, pero al ponerse la chaqueta se ha acordado de aquel maravilloso día. Las estampas que se guardan son altares que, como los azulejos de las iglesias, nos sorprenden en el callejero de nuestras vidas. Hay quien se ha encontrado con una de esas estampas en plena Nochevieja y quien las halla justo un año después. Están ahí, esperando una oración.


Foto: SMCE

La gente está muy aburrida con esto de la fatiga pandémica que basta con tener un teléfono en la mano, un buen sofá —imagino que los que cre...

La gente está muy aburrida con esto de la fatiga pandémica que basta con tener un teléfono en la mano, un buen sofá —imagino que los que crean bulos no tienen muchas cosas que hacer y tienen como herramienta el confort y las horas muertas— y kilo y medio de mala uva. Y así se crean los bulos cofrades como el que tal o cual se va a presentar a presidente con no se quien, etc.

Meter a personas en una candidatura de la que nada tienen que ver es de traca

El daño que se hace es muchas veces irreparable y acaba habiendo mucha gente afectada. Te dicen, te cuentan y te comentan. Y ahora tienes que descifrar si es buena información o es un simple bulo.

Así están las cosas. Deberían las operadoras penalizar con un mes sin datos ni internet a quien sacara un bulo desde un teléfono. Y que el sofá donde el tipejo se reconforta mientras sonríe, se le convierta en la cama de un faquir. Cargaditas de púas para que se levante y trabaje un poco.
foto SMCE


A partir de hoy todo volverá un poquito más a la normalidad. Con el fin del polémico estado de alarma, no tendremos que volver apurados a ca...

A partir de hoy todo volverá un poquito más a la normalidad. Con el fin del polémico estado de alarma, no tendremos que volver apurados a casa antes de que una cierta hora, ni tendremos que limitarnos a viajar solo por nuestra Comunidad Autónoma, aunque eso, obviamente, no tenga nada de malo. También volveremos a disfrutar de las cenas en las terrazas hasta entrada la madrugada y de esas cañas de antes de cenar.

Sin embargo, ahora más que nunca será primordial sacar nuestro lado más responsable para seguir avanzando y poder volver cuanto antes a la normalidad más absoluta. ¿Seremos responsables o volveremos a caer en la tentación?

foto SMCE


Creo que, hoy en día, la renovación tiene que alcanzar de lleno todas las perspectivas desde las que miramos a nuestras Cofradías y Hermanda...

Creo que, hoy en día, la renovación tiene que alcanzar de lleno todas las perspectivas desde las que miramos a nuestras Cofradías y Hermandades para enfrentar con éxito los retos que nos plantea la sociedad. No se trata de cambiar por cambiar. Hay que renovar para mejorar. La calidad en nuestras corporaciones requiere flujo de ideas, lo que implica espíritu de cambio, no de recambio.

Creo que los proyectos se agotan, que la permanencia continuada en años y años en cargos de gestión de una Hermandad no ayuda al progreso de la misma. La calidad requiere renovación. Los sistemas cerrados carecen de calidad.

Desde hace tiempo las elecciones llevan aire fresco a las hermandades gracias a la obligación de renovación cada dos mandatos. Desde que las asociaciones de la Iglesia se vieran en la necesidad de adaptarse a las normas de la nueva democracia, en el plano del asociacionismo se consiguió un mayor aperturismo en el proceso electoral, en la renovación de hermanos mayores y juntas de gobierno que, por otra parte, siempre se dijo que se elegían por votación en cabildos o asambleas de hermanos.

Según refleja el articulo 21 del Estatuo Marco de la Asociación de Fieles de la Diócesis de Ciudad Real, "Estos cargos se renovarán, cada (no menos de 3, ni más de 5) años, pudiendo ser reelegidos por otro período consecutivo de igual duración. Un tercer período consecutivo sólo estará permitido en el caso de inexistencia de candidatos o si estos no son considerados idóneos por la Asamblea General.
Si no se contara con ninguna candidatura y la Junta Directiva saliente no estuviera dispuesta a continuar, se acudirá al Ordinario, que nombrará una Comisión Gestora en los términos que considere oportunos".

Con la existencia de dicho Estatuo Marco se garantiza que las hermandades puedan contar con una normativa que no solo reafirma lo que hasta ahora se había hecho, sino que mejora en algo tan importante como el periodo de renovación obligatoria de dos mandatos para el cargo de hermano mayor o Presidente. Se da un paso por delante a la sociedad civil, en la que todavía se sufre la presencia de políticos que se eternizan en sus cargos sin dejar que entre el aire fresco. Pero me planteo una duda, en esa renovación obligatoria de dos mandatos ¿están incluidos el resto del equipo directivo que acompaña al Presidente o Hermano Mayor?.

Es el espíritu de la renovación, evitar que las hermandades estuviesen sometidas a círculos cofrades a familias o que siempre estuviesen en las mismas manos. Surge así la necesidad de garantizar la renovación en todos las personas para evitar que estos solo cambiaran de nombre.

Así estuvieron algunas cofradías siempre en manos de los mismos (hoy se da el mismo caso también, a pesar de la creación del Estatuto Marco) .Con ello no se dejaba paso a otras personas y, con ello, a otras ideas en el seno de una misma hermandad. Se daba así pie a clanes y a actuaciones más propias de mafiosos que de un colectivo cofrade; porque su único objetivo era echar a quienes les pudieran hacer sombra. Todo esto ocurría y sigue ocurriendo a pesar de que la Jerarquía Eclesiástica ha metido la mano en este tema con la creación del Estatuo Marco.

Son un peligro los que quieren mantenerse a toda costa en la hermandad y es que en la vida no son más que eso.

La Iglesia diocesana no es extraña a todas estas cosas, y no debería permitir ciertas cosas. Se debería poner mas énfasis o revisar su articulado y reflejar también la obligatoriedad de que toda la junta de gobierno debe renovarse al 100% una vez cumplido dos mandatos de cuatro años, nunca mayor de ese tiempo, pero no sólo el Presidente sino todos sus miembros.

Se da el caso que en nuestras Hermandades se cambia de Presidente, pero muchos de los integrantes en su equipo directivo se quedan en la junta del entrante, perpetuándose en el cargo dentro de la Hermandad numerosos años. Se da el caso que hay personas que llevan ya repitiendo en juntas mas de 5 mandatos. Podemos estar hablando de entre 20 y 30 años dentro de una junta directiva.
Este tipo de casos no deberían de producirse en el seno de los órganos directivos de nuestras Cofradías y Hermandades y la Jerarquía Eclesiástica no debería cerrar los ojos o hacer el visto bueno, ante personas que llevan en juntas mas de 20 años, y me quedo corto.

SMCE.





Articulo 21 de las actuales Ordenanzas de la Cofradía Ntro
Padre Jesús Nazareno de Daimiel.



Estatuto Marco Diocesano de Ciudad Real



Es una época llena de cambios, de caos, de movimiento... No solo hacia fuera, sino también al mirar dentro de nosotros. A veces no nos damos...

Es una época llena de cambios, de caos, de movimiento... No solo hacia fuera, sino también al mirar dentro de nosotros. A veces no nos damos cuenta, pero nuestra sombra está ahí, y es en el desorden donde aparece con más presencia. No viene a asustarnos ni a producir más dolor, solo quiere abrazarnos y cogernos de la mano. Nos puede dar miedo encontrarnos con nosotros mismos, pero si lo hacemos es probable que hallemos un regalo que nos será muy útil en momentos bonitos y difíciles. Tiempos de encontrarse. De cambio. De renovación.
foto SMCE


El ser humano se pasa la vida anhelando algo. Es infeliz en esa búsqueda porque nunca llega a la meta. Siempre hay algo más allá. Más grande...

El ser humano se pasa la vida anhelando algo. Es infeliz en esa búsqueda porque nunca llega a la meta. Siempre hay algo más allá. Más grande, más caro, más todo. 
Solo con los años se da uno cuenta del valor de lo que le rodea: reírse con ganas, el inconfundible olor del periódico al abrirlo por primera vez, un café con leche sin prisa y en buena compañía, el arcoíris, las enfermedades que se curan, la familia, las olas del mar acariciándote los empeines, la soledad voluntaria, un beso inesperado, el silencio de las bibliotecas, un perdón a tiempo, las fotos en blanco y negro, el crepitar de las llamas en la chimenea, las canciones que son recuerdos de un instante, un gol en el descuento, los abrazos, la piel de gallina, las analíticas de libro, el pan recién hecho o que un amigo te diga «gracias». Gracias de verdad.
Exactamente todo lo que es gratis.
foto SMCE



El tiempo pasa y con él también se pierden muchas cosas. La maldita memoria nos provoca que las echemos en falta recordando todo lo bueno y ...



El tiempo pasa y con él también se pierden muchas cosas. La maldita memoria nos provoca que las echemos en falta recordando todo lo bueno y desechando todo aquello malo que nos dañaba. El recuerdo que más me viene a la cabeza es el de aquellos profesores que siempre decían que cuando saliéramos del colegio desearíamos volver. ¡Bendita razón! Al pasar los años te das cuenta de que estas cosas se tornan realidad. La vida es dura y en la inocencia de años pasados reside la verdadera felicidad. ¿Cuántas veces de niño habré deseado ser mayor para cumplir mis sueños y una vez alcanzadas esas metas haber deseado volver atrás?

Con el tiempo se pierden vivencias, familiares, amigos, cosas que antes hacías de corrido y que ahora se te cierran en tus narices. Recuerdo aquella primera fiesta, aquel primer beso, primer campamento, primer concierto o festival. La vida se compone de primeras veces y de lo que conseguimos recordar de ellas. 

Pensemos por una vez en aquellos que no podrán vivir esos momentos, los jóvenes. Los telediarios abren siempre con otros colectivos pero no nos paramos en pensar en estos adolescentes que ven como lo que debía ser la época de rebeldía y de diversión se les arrebata por la maldita pandemia que nos atormenta desde hace ya más de un año. Solo quedará pedir para que esta situación sea revertida y que la nueva realidad no sea nueva sino la que antes disfrutábamos.
foto SMCE




El interés por encerrar la Semana Santa en las sacristías y por borrar el sentimiento cristiano de España ni es de ahora ni ha surgido con o...

El interés por encerrar la Semana Santa en las sacristías y por borrar el sentimiento cristiano de España ni es de ahora ni ha surgido con ocasión de la pandemia, aunque algunos quieran aprovecharla para incidir sobre lo ‘progre’ y moderno que es arrinconar las creencias de los otros. Desde los intentos de convertir fiestas cristianas en solsticios, hasta promocionar el afán por el descanso y por las vacaciones playeras, todo se les hace poco para su intento. Lo que pasa es que, incluso en circunstancias tan especiales como las que estamos viviendo, los intentos pinchan siempre en hueso.

Por mucho que algunos, incluso desde algunos medios de comunicación que pasan por solventes, se afanen por demostrarnos que «no hay Semana Santa», la realidad es muy diferente. Basta con fijarse en muchos de nuestros balcones engalanados y en las gentes que se afanan por mostrar su devoción y su afán por mantener creencias y costumbres a pesar de la atipicidad de estos días.

En España sí ha sido Semana Santa y las gentes se preocupan por presenciar ceremonias y procesiones en la televisión e incluso mantienen tradiciones desde balcones y terrazas. Son ceremonias vacías de asistentes y procesiones retomadas de años atrás y que son seguidas con todo el entusiasmo y la ilusión y el interés de cada año. 
Escaparate Floristería Ortega Utrilla, Daimiel


La que hoy empieza es la auténtica primavera sin cofradías, la distopía de un mundo futuro en el que la religion no tuviera fuerzas para sac...

La que hoy empieza es la auténtica primavera sin cofradías, la distopía de un mundo futuro en el que la religion no tuviera fuerzas para sacar a las imágenes de los templos. La Semana Santa sería lo que en otras partes: el tiempo en el que una parte de la población, y cada vez menos en un país que depende sobre todo de los servicios, puede descansar y disfrutar en la calle de unos días que embriagan como el vino dulce. Los cofrades van a saber lo que es un Lunes Santo en la playa o en otros destinos (los que puedan), que podrá tener buena temperatura y hasta comida y bebida, pero que encontrarán vacío. Los cofrades van a saber cómo sabe la miel que ni llega a los labios.
foto SMCE


Hace un año. Aquel día me senté frente al televisor y escuché el discurso con el que Pedro Sánchez anunció que decretaba en España el estad...



Hace un año. Aquel día me senté frente al televisor y escuché el discurso con el que Pedro Sánchez anunció que decretaba en España el estado de alarma. Aquello nos volteó la vida.  Escuché mil barbaridades, me avergoncé de nuestro equipo político habitual, hice pilates con un tutorial de YouTube. Tuve rachas de ansiedad. Consultaba cada día las cifras de la pandemia temiendo que a los míos les alcanzase la bala. Dejé de ver informativos y hacía un barrido escrupuloso de los periódicos para no confundirme más. Intenté esquivar los debates absurdos que se armaban en las llamadas múltiples. Eché de menos gente y cosas, costumbres y esa otra forma de aburrirse de cuando no había más peligro que el peligro habitual de estar vivo y hacer uso de ello.

Ya ha pasado un año de eso.




Foto de Juan Moya En el patio, el nazareno viejo, con su túnica morada, en la madrugada más profunda de la clarísima ciudad, se ha...

Foto de Juan Moya



En el patio, el nazareno viejo, con su túnica
morada, en la madrugada más profunda
de la clarísima ciudad, se ha puesto
solemnemente el morado capirote,

Silencisoso es el rito, no aprendido,
sino heredado, yéndole en la sangre,
pues los siglos se ven hasta en la forma
de sujetarse el antifaz al rostro.

(Y silencioso y sin hablar con nadie,
el nazareno escogerá el camino
mas corto...)

Rafael Montesinos "El rito y la regla"

El tiempo pasa veloz. Y lo ves en la línea del dobladillo que acabas de sacar A veces el tiempo se para. Hay momentos en los que todo e...


El tiempo pasa veloz. Y lo ves en la línea del dobladillo que acabas de sacar

A veces el tiempo se para. Hay momentos en los que todo está equilibrado. Son segundos, pero te llenan de una paz que no puedes describir con palabras, de una ternura suave o de una felicidad que te eriza el alma. Es en esos instantes en los que tenemos que hacer una fotografía nítida, con mucha luz, y guardarla bajo llave en el cajón de nuestra memoria.


Yo tengo mi cajón lleno. Allí está el primer llanto de mi hijo al nacer, un beso de amor verdadero, la risa más sincera de una amigo, el abrazo infinito de mi madre, el aliento cercano de alguien que está lejos, un éxito profesional muy trabajado…

Porque los momentos se escapan como agua entre los dedos y cuando se pasa ese efímero instante, cuando la realidad se vuelve densa hasta hacer que te falte el aire, es entonces cuando hay que coger la llave, abrir ese cajón y dejar que se escape una sonrisa al mirar cada foto que has hecho en el camino.

Los instantes eternos terminan inexorablemente, por eso hay que quedarse con el sabor, guardar fotos, muchas fotos en el cajón de los recuerdos, para que cuando arrecie la tormenta sepamos por qué tenemos que bailar bajo la lluvia sin llorar.

SMCE

Y después de todo volverás a la Sevilla por la que suspiras, la que sigue esperando en los callejones de la memoria.  Mírate al espejo otr...

Y después de todo volverás a la Sevilla por la que suspiras, la que sigue esperando en los callejones de la memoria. 

Mírate al espejo otra vez, da las gracias y piensa que sigues aquí después del año más largo.

Ntra Sra de la Paz, Sevilla Domingo de Ramos
foto SMCE

Parece que las vacunas van dando un poco de freno a la pesadilla del Covid-19. A ver si paso a paso, con ciencia, conciencia y talento vamos...

Parece que las vacunas van dando un poco de freno a la pesadilla del Covid-19. A ver si paso a paso, con ciencia, conciencia y talento vamos superando las cuarentenas y emboscadas de la enfermedad. Las cofradías casi siempre han respondido a las epidemias con rogativas, novenas y procesiones. Hoy se muestran muy obedientes con las distancias sociales y los aforos, y así debe ser, aunque en otros tiempos no lo hubiesen sido tanto. La religiosidad era una forma de afrontar los males. 

Hay males muy evidentes, como las epidemias y sus virus, pero hay otros males menos evidentes que poco a poco minan la salud cofrade porque son asintomáticos, es decir, no parece que quienes los padecen los sufran

Esos virus invisibles son los que, disfrazados de prudencia, frenan la imaginación y la creatividad cofrade (y la no cofrade también). Son virus que ante cualquier propuesta novedosa solo se les ocurre ponerle pegas, objeciones, miradas cortas y sin alcance, pues no tienen capacidad de ver más allá de sus narices (y ahora con las mascarillas, ni eso). Esos virus siempre tienen la coletilla del «hay que pensárselo mucho» «hay que sopesarlo» «hay que estar formados para tomar decisiones», etc.

Todo muy sensato, pero a poco que se rasque detrás de ese argumentario, se demuestra que son ellos mismos los que no piensan nunca, ni sopesan, ni tienen inquietud por formarse… más bien están acomodados en el conformismo convencional de su inmovilismo.

 




Paisajes a la puerta de casa, paseos fuera de ruta y rincones por descubrir. Me da igual en qué época pasar una buena mañana u observar un b...

Paisajes a la puerta de casa, paseos fuera de ruta y rincones por descubrir.




Me da igual en qué época pasar una buena mañana u observar un buen atardecer en Las Tablas de Daimiel.