La que hoy empieza es la auténtica primavera sin cofradías, la distopía de un mundo futuro en el que la religion no tuviera fuerzas para sacar a las imágenes de los templos. La Semana Santa sería lo que en otras partes: el tiempo en el que una parte de la población, y cada vez menos en un país que depende sobre todo de los servicios, puede descansar y disfrutar en la calle de unos días que embriagan como el vino dulce. Los cofrades van a saber lo que es un Lunes Santo en la playa o en otros destinos (los que puedan), que podrá tener buena temperatura y hasta comida y bebida, pero que encontrarán vacío. Los cofrades van a saber cómo sabe la miel que ni llega a los labios.
foto SMCE |
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