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Que deliciosas son las pequeñas cosas, ¿no creéis? El sonido de las gotas de lluvia golpeando la ventana, el sonido de las hojas secas baj...

Que deliciosas son las pequeñas cosas, ¿no creéis? El sonido de las gotas de lluvia golpeando la ventana, el sonido de las hojas secas bajo los zapatos, el aroma del café recién hecho, el sonido de las hojas del périodico al ser pasadas, el tinte amarillo de las hojas de un libro viejo, el olor a comida recién hecha, las cucharillas de las tazas golpeando la céramica, el cielo pintándose de colores suaves, la risa de alguien cuando verdaderamente está feliz. Todas las pequeñas cosas que le dan esa magia a la vida.
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Está lloviendo tanto y tan bien que están los campos inflados de agua: embarrados. Las lluvias de las últimas semanas traen un balón de ox...

Está lloviendo tanto y tan bien que están los campos inflados de agua: embarrados. Las lluvias de las últimas semanas traen un balón de oxígeno a las Tablas de Daimiel. Una alegría para todos los amantes de la naturaleza y del Parque.
Ver llover entre los olivos es uno de los mayores espectáculos de los que podemos disfrutar en el campo. Es cierto que nunca llueve a gusto de todos y que si sigue lloviendo así los garbanzos no habrá que echarlos en agua antes de poner un potaje. Pero hacía tanta falta el agua que ojalá siguiera lloviendo aunque tuviéramos que ir con botas de goma al Mercadona. Luego que venga el sol y ponga nuestros campos tan verdes que lleguen a vernos pájaros de medio mundo y parte del otro.

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Afuera llueve. Por fin llueve. No se ha visto el sol hoy y el otoño finalmente nos da en las narices con su frío y las calles mojadas. Ahor...

Afuera llueve. Por fin llueve. No se ha visto el sol hoy y el otoño finalmente nos da en las narices con su frío y las calles mojadas. Ahora todo va de camino al invierno, a días más cortos y noches más oscuras. 

Tengo las manos y los pies fríos. Hemos sacado las mantas y la ropa de invierno, y el paraguas nunca me abandona cuando salgo. Hay gente estornudando en la cola del banco y los cristales están más veces empañados. Esto es el otoño al que estamos acostumbrados en La Mancha.

Los campos secos agradecen el agua caida y los caminos de polvo ahora son riachuelos. Hay charcos de barro con huellas de perros; las moscas están muriendo y los grillos van callando. Ya quedan pocos cielos despejados y el norte cada vez se viste más de nubes. Por la mañana ya hay rocío y dentro de poco habrá escarcha.

Es una época mágica, la verdad. Una época de cambios, de transformación, de comienzos, de historias; de cosas nuevas que pasan o pasarán.


Desafías océanos, ¿y te hundes en charcos? Foto SMCE

Desafías océanos, ¿y te hundes en charcos?
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Durante la segunda quincena del mes de abril, las precipitaciones serán generalizadas en toda España Como ya conocerán, las cabañue...

Durante la segunda quincena del mes de abril, las precipitaciones serán generalizadas en toda España

Como ya conocerán, las cabañuelas son un conjunto de métodos tradicionales de predicción meteorológica a largo plazo utilizado en el centro y sur de España y en América.

En nuestro país, el experto en cabañuelas -que suele ser por costumbre una “persona del campo”- recurre a la observación de los primeros 24 días de agosto para pronosticar qué tiempo será el que se disfrutará en los próximos doce meses.

De cara a la Semana Santa -el 14 de abril será Domingo de Ramos- los pronósticos no son nada halagüeños, ya que las lluvias serán muy generosas por el sur, este y centro peninsular y es muy probable que localmente tengan forma de tormenta por el levante. Las temperaturas serán más bien altas para esta época del año en el norte peninsular y Cataluña. Existirá posibilidad de remolinos y algún tornado de consideración en Andalucía. En la segunda quincena del mes de abril se producirán lluvias muy beneficiosas y generalizadas por toda la península y Canarias.

Me gustan las tormentas de verano, me gusta ese olor a tierra mojada. Nada huele como las gotas de lluvia en un día de verano. La lluv...


Me gustan las tormentas de verano, me gusta ese olor a tierra mojada. Nada huele como las gotas de lluvia en un día de verano. La lluvia de verano parece que para el tiempo, pero sus consecuencias son muy efímeras.

Las tormentas de verano son alarmantes y aparatosas, y la mayoría de las veces nos cogen  por sorpresa. Suelen empezar  con un golpe de viento y un aguacero de goterones gordos que arrancan a la tierra un olor formidable. Luego viene la secuencia orquestal del rayo y el trueno:

Un crujido con efecto de luz seguido de un estruendo.  Después, la lluvia se hace constante y mantiene una cadencia propia, y el cielo se encapota sin piedad. 

Lo malo de las tormentas estivales es que aparecen a traición para estropear la fiesta de un día caluroso y radiante.

Lo bueno es que pasan tan rápido como vienen y sirven para limpiar el ambiente y refrescar la atmósfera cargada del calor polvoriento en las jornadas más extremas de los meses de calor.

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La lluvia moja una tela de araña, foto SMCE Llevamos muchos meses de sequía y sufriendo las consecuencias desastrosas que en nuestros...

La lluvia moja una tela de araña, foto SMCE
Llevamos muchos meses de sequía y sufriendo las consecuencias desastrosas que en nuestros montes y campos está teniendo. Justo es que ahora comparta la alegría que me da este día de lluvias que estamos viviendo.

Lluvias como las de antes, como las que recuerdo de cuando era pequeño. Días enteros lloviendo; el olor a humedad; el serrín a la entrada del “cole”; la ropa tendida en casa, junto a la estufa; los impermeables y las botas de agua; charcos en la calle…

Gratos recuerdos de mi infancia que se mezclan hoy con la tranquilidad y la satisfacción de saber que el agua corre por nuestros montes, nuestros campos.. Que regresa con ella la vida. 
Además es otoño tardío, la evaporación es mínima y el agua de estos días viene para quedarse, y con un poquito de suerte, seguirá lloviendo los próximos días.

Pero, ¡ojo! No pensemos que con esto se acaba la sequía. Es sólo un alivio, un alivio importante, porque para acabarse esta maldición que nos lleva acompañando tantos años, haría falta que se sucedieran días como estos, mes tras mes, sobre todo en otoño y primavera. Y eso está por ver. ¡Ojalá así sea!. Sí, debe llover más. Debe seguir lloviendo.

         Así pues, alegrémonos, y gocemos, y démosle gracias a Dios, a la naturaleza, o a quien queramos dárselas, por la bendición de estos días.

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El periodo estival, una época que habitualmente adolece de noticias realmente trascendentales en el universo cofrade, suele ser propicio p...

El periodo estival, una época que habitualmente adolece de noticias realmente trascendentales en el universo cofrade, suele ser propicio para que se reproduzcan determinadas informaciones que suelen repetirse cada año por las mismas fechas. Una de ellas es la previsión que sobre el clima de la próxima Semana Santa se deriva del “estudio de las cabañuelas”, esa pseudociencia perfectamente imperfecta que, por propia definición suele fallar todos los años. Basta con recordar que el año pasado por estas mismas fechas, las cabañuelas preveían lluvias moderadas y generalizadas para la Semana Santa de 2017 y ya saben cómo fue la cosa.


Sin embargo, los cabañuelistas no cejan en su empeño y año tras año vuelven a realizar sus pronósticos que sirven de entretenimiento en la quietud del verano al tiempo, que provocan el cabreo generalizado entre aquellos que se las creen cuando no son favorables. En este caso, los primeros indicios con vistas a 2018 ya apuntan a que la primavera será lluviosa, pasada por agua – eso sí, no descarten que mañana otro cabañuelista diga exactamente lo contrario, así de exacta es la cosa -, lo que inmediatamente ha sido reproducido a diestra y a siniestra para desesperación de unos pocos, regocijo de los anti todo y divertimento de la mayoría. 

Al parecer, rizando el rizo del adivinar por adivinar, semejante vaticinio no se ha basado ni tan siquiera en la suposición del tiempo que hará el próximo año en función de lo que nos depare el clima en agosto sino que, llevando el ridículo al extremo, han utilizado los pronósticos para el mes que acaba de comenzar para deducir qué tiempo hará en 2018. Toda una prueba de fe.

Teniendo en cuenta que la primavera es una estación en la que la inestabilidad suele ser la tónica habitual, lo que implica que los pronósticos con más de unos días de antelación se antojen una auténtica quimera, y aventurarse a un horizonte más amplio de un par de semanas suele ser garantía de error, imaginen lo que significa pronosticar con más de medio año de antelación basándose además en un método cuando menos discutible. No obstante, insistimos, como divertimento estival, ya saben: Según las cabañuelas, la próxima Semana Santa será pasada por agua… alguna vez tienen que acertar. Esperemos que en esta ocasión tampoco. No se las crean.

Fuente: http://www.gentedepaz.es/las-cabanuelas-apuntan-a-una-primavera-de-2018-pasada-por-agua/