Foto de Juan Moya |
En el patio, el nazareno viejo, con su túnica
morada, en la madrugada más profunda
de la clarísima ciudad, se ha puesto
solemnemente el morado capirote,
Silencisoso es el rito, no aprendido,
sino heredado, yéndole en la sangre,
pues los siglos se ven hasta en la forma
de sujetarse el antifaz al rostro.
(Y silencioso y sin hablar con nadie,
el nazareno escogerá el camino
mas corto...)
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