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Atardeceres eternos. Junio foto SMCE Junio y las Golondrinas Foto SMCE Las cosas sencillas de la vida son como esas estrellas que...

Atardeceres eternos. Junio
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Junio y las Golondrinas
Foto SMCE

Las cosas sencillas de la vida son como esas estrellas que relucen en las noches despejadas. Siempre están ahí, rodeándonos, ofreciéndonos su magia sutil; sin embargo, no todos los días nos detenemos a mirarlas ni recordamos que existen.

Sólo cuando nos faltan, sólo cuando la vida nos da un pequeño o gran revés, apreciamos de golpe lo que de verdad edifica nuestro corazón, lo que constituye cada una de esas cuerdas internas que dan música y sentido a nuestra existencia.

Hay quien suele decir que cuanto más sencilla sea nuestra forma de existencia menos preocupaciones tendremos y menos errores cometeremos. Ahora bien, cada cual es libre de complicarse la vida tanto como desee, todos tenemos derecho a asumir riesgos, proyectar sueños y a tener un círculo social tan amplio y variado como queramos.

Lo principal, la clave de todo no está en llevar una vida sencilla sino en ser sencillos de pensamiento y saber qué es lo importante, qué es lo que de verdad hace feliz a nuestro corazón y nos identifica.

A veces el tiempo se para. Hay momentos en los que todo está equilibrado. Son segundos, pero te llenan de una paz que no puedes describi...

A veces el tiempo se para. Hay momentos en los que todo está equilibrado. Son segundos, pero te llenan de una paz que no puedes describir con palabras, de una ternura suave o de una felicidad que te eriza el alma. Es en esos instantes en los que tenemos que hacer una fotografía nítida, con mucha luz, y guardarla bajo llave en el cajón de nuestra memoria.

Yo tengo mi cajón lleno. Allí está el primer llanto de mi hijo al nacer, un beso de amor verdadero, la risa más sincera de una amigo, el abrazo infinito de mi madre, el aliento cercano de alguien que está lejos, un éxito profesional muy trabajado…

Porque los momentos se escapan como agua entre los dedos y cuando se pasa ese efímero instante, cuando la realidad se vuelve densa hasta hacer que te falte el aire, es entonces cuando hay que coger la llave, abrir ese cajón y dejar que se escape una sonrisa al mirar cada foto que has hecho en el camino.

Los instantes eternos terminan inexorablemente, por eso hay que quedarse con el sabor, guardar fotos, muchas fotos en el cajón de los recuerdos, para que cuando arrecie la tormenta sepamos por qué tenemos que bailar bajo la lluvia sin llorar.

Foto SMCE Comienza otro mes que ya poco a poco nos hace intuir que las vacaciones estivales están a la vuelta de la esquina. Miramos...

Foto SMCE

Comienza otro mes que ya poco a poco nos hace intuir que las vacaciones estivales están a la vuelta de la esquina. Miramos esos lugares donde darnos el merecido descanso. Unos irán donde siempre en busca del reencuentro con el chiringuito, los amigos de tantos años y los tranquilos paseos por la orilla.

Otros optarán por la aventura y vas al centro comercial deportivo más cercano , comprando todo lo que encuentras para el camping, tiendas imposibles de plegar, colchones hinchables, infladores e incluso un kayak para tu descenso por el rio o tu travesia entre los arrecifes. Todo siempre y cuando esté de acuerdo la otra parte, tu pareja.

Otros en cambio buscarán un humilde crucero por el mediterráneo porque le han dicho unos amigos que te “jartas” de comer y beber en el “todo incluido”.

Para gustos los colores.

A veces nosotros mismos contribuimos a la banalización de la Semana Santa. Lo hacemos cuando no cuidamos que las imágenes para el culto ...


A veces nosotros mismos contribuimos a la banalización de la Semana Santa. Lo hacemos cuando no cuidamos que las imágenes para el culto tengan la dignidad apropiada o por el afán de hacer en lugar de mantener lo que tenemos, recurrimos a proyectos de escasa calidad artística y estética.

Muchas veces es mejor conservar lo que tenemos y no hacer nada, que hacer por hacer y mal.

A veces se realizan imágenes o hacemos que procesionen imágenes con dudosa calidad artística. En otras ocasiones se realizan enseres o tronos de dudoso valor artístico,  siendo incluso restaurados por personas que carecen de los conocimientos necesarios para tal fin. Todo esto lleva consigo una pérdida progresiva en la calidad y estética de nuestros desfiles procesionales. Claro, todo eso es más fácil que pedir varios presupuestos a diferentes artistas y elegir el mas acorde a la Hermandad.  Creo que todo se hace con la mejor de las intenciones pero muchas veces falta asesoramiento a la hora de acometer este tipo de elecciones.
Para esto mismo sería conveniente la creación de una Comisión de Patrimonio que velara por la idoneidad o no de las imágenes o enseres que procesionan en nuestra Semana Santa.

El debate surge si sería conveniente la creación de una Comisión de Patrimonio Cultural dentro de nuestra Semana Santa, con la finalidad de asesorar a las juntas directivas en tareas de mantenimiento, conservación, restauración, puesta en valor y difusión del rico patrimonio cultural que atesoran nuestras Cofradías.

La Comisión debería actuar en estrecha colaboración con la Comisión Diocesana de Patrimonio Cultural.

Esta última fue creada el 5 de enero de 1983, tiene como misión impulsar y coordinar los trabajos para la conservación, tutela y ordenación del patrimonio cultural, de modo que se garantice su titularidad y el mejor cumplimiento de sus finalidades religiosas, así como servir al estudio científico y a la promoción cultural del pueblo. Está presidida por el Ordinario diocesano.

SMCE


El olor a lavanda. Foto SMCE Difruta de una sonrisa que te regala la persona más maravillosa del mundo. Del beso de un ser queri...


El olor a lavanda. Foto SMCE

Difruta de una sonrisa que te regala la persona más maravillosa del mundo. Del beso de un ser querido que no quiere perderte porque sabe que te quiere. Del abrazo de un amigo que te agradece que ha pasado contigo un buen rato.

Disfruta de la brisa nocturna que refresca y te inspira. Del sol del mediodía que da cobijo a una sombra con alegría. Del brindis con cervezas en un mostrador de chapa mientras suman la cuenta con tizas de pizarra.

Disfruta de cada día desde el minuto uno que abres los ojos, hasta el último en el que los cierras para soñar. Disfruta por ver el vaso siempre medio lleno. De ser optimista y poner una sonrisa a los malos días.

Disfruta porque la vida está hecha de pequeñas cosas y las más importantes te esperan en donde menos te las imaginas. 

No la busques, simplemente disfruta.



Una Hermandad no es un yo, mi, me, conmigo, es un nosotros, un todos juntos con el mismo objetivo: engrandecer a los Titulares


Una Hermandad no es un yo, mi, me, conmigo, es un nosotros, un todos juntos con el mismo objetivo: engrandecer a los Titulares

Como decía Machado en sus versos "Todo pasa y todo queda...". Los días han ido transcurriendo en una aceleración completa y ya a...

Como decía Machado en sus versos "Todo pasa y todo queda...". Los días han ido transcurriendo en una aceleración completa y ya aquellas imágenes que cada noche quedaban grabadas en las retinas son únicamente recuerdos, inmediatos unos, difusos otros, en la mente de todos los que nos sentimos cofrades.

Esos recuerdos que permanecieron vívidos durante todo una año hasta la llegada de la nueva primavera, empezarán a gestarse ahora, forjando un cuadro que durante ese año adornará la estancia principal del sentimiento de cada uno de nosotros

Detalle del Balcón de mi Semana Santa 2019 Foto SMCE 

¿Cómo lo lleva? ¿Ha logrado superar esa nostalgia que le invade desde el Lunes de Pascua? Reconózcalo, ¿cuántas veces ha visto ya las redi...

¿Cómo lo lleva? ¿Ha logrado superar esa nostalgia que le invade desde el Lunes de Pascua? Reconózcalo, ¿cuántas veces ha visto ya las redifusiones de Televisión o ha buscado de forma compulsiva vídeos actualizados en Youtube de esta pasada Semana Santa? No se preocupe por ello, no es el único, no está solo en su añoranza. Somos muchos los que compartimos esa especie de sensación de vacío, del ¿y ahora qué? que nos ronda por la cabeza y que nos ha dejado con ganas de más. Y hasta cierto punto es natural, lógico. Al fin y al cabo, han sido unos días de pasión intensa, de ilusiones y recuerdos compartidos que se quedarán en la retina y en la memoria hasta una nueva Semana Santa.
Detalle de un nazareno en el Domingo de Ramos de Jerez 

Foto SMCE Las cosas sencillas de la vida son como esas estrellas que relucen en las noches despejadas. Siempre están ahí, rodeándono...

Foto SMCE

Las cosas sencillas de la vida son como esas estrellas que relucen en las noches despejadas. Siempre están ahí, rodeándonos, ofreciéndonos su magia sutil; sin embargo, no todos los días nos detenemos a mirarlas ni recordamos que existen.

Sólo cuando nos faltan, sólo cuando la vida nos da un pequeño o gran revés, apreciamos de golpe lo que de verdad edifica nuestro corazón, lo que constituye cada una de esas cuerdas internas que dan música y sentido a nuestra existencia.

Hay quien suele decir que cuanto más sencilla sea nuestra forma de existencia menos preocupaciones tendremos y menos errores cometeremos. Ahora bien, cada cual es libre de complicarse la vida tanto como desee, todos tenemos derecho a asumir riesgos, proyectar sueños y a tener un círculo social tan amplio y variado como queramos.

Lo principal, la clave de todo no está en llevar una vida sencilla sino en ser sencillos de pensamiento y saber qué es lo importante, qué es lo que de verdad hace feliz a nuestro corazón y nos identifica.

(Detalle del paso de la Elevación de #Daimiel ) Foto SMCE Las cofradías comienzan su tiempo de desmontaje. No todo se ha cons...

(Detalle del paso de la Elevación de #Daimiel ) Foto SMCE


Las cofradías comienzan su tiempo de desmontaje.

No todo se ha consumado porque la Semana Santa jamás termina: simplemente pasa. Hasta el próximo año. Hasta la cuenta atrás del calendario que ya comienza a descontar los días. Los cofrades así viven la nostalgia de lo vivido. Porque, como Pablo Neruda, pueden confesar que han vivido. Y muchísimo. En la intensidad de la fugacidad del instante. En el visto y no visto de los memoriales del gozo.

Hay quienes aseguran que la depresión post Semana Santa es un diagnóstico comprobado. Ante tanta emoción, sobreviene ahora el vacío. El horror vacui tan del espíritu de los amantes de estas gloriosas tradiciones. Y si todo volvió a suceder durante los días pasionales, asimismo ahora en el rito anverso de los desmontajes. El dorso de la ilusión. La desconstrucción -por utilizar un término de modernidad hostelera- de los altares efímeros que representan las andas procesionales.

Las juntas directivas y priostes -siempre enarbolando la satisfacción por el deber cumplido- inician esta semana las labores de desmontaje. De mudás de los pasos a los almacenes o a las Casas de Hermandad. Mientras a las afueras, a pie de asfalto, sólo suena y resuena el chirriar de la nostalgia. De la cera aún pegada sobre las calles ahora tornadas a la cotidianidad. Mas no todas las Hermandades principian a desmontar. Algunas han tomado la delantera…ya lo hicieron el mismo Sábado Santo.

¿Eficacia elevada a la enésima potencia o respuesta obligada a una exigencia (otra) ajena a la propia voluntad de los cofrades de esa Hermandad? Ni entramos ni salimos. En cualquier caso, trabajo adelantado. En un amén. Cada casa -cada entendimiento- establece sus normas. Lo cierto y seguro es que, a partir de ahora así lucirán en los próximos días todas las sedes canónicas de las cofradías. Sin atisbo señalizador -indicador- de cuanta grandeza otra vez ha renacido con olor a incienso y rezos musitados en el fuero interno del alma de nuestra Ciudad.
SMCE

Está lloviendo tanto y tan bien que están los campos inflados de agua: embarrados. Las lluvias de las últimas semanas traen un balón de ox...

Está lloviendo tanto y tan bien que están los campos inflados de agua: embarrados. Las lluvias de las últimas semanas traen un balón de oxígeno a las Tablas de Daimiel. Una alegría para todos los amantes de la naturaleza y del Parque.
Ver llover entre los olivos es uno de los mayores espectáculos de los que podemos disfrutar en el campo. Es cierto que nunca llueve a gusto de todos y que si sigue lloviendo así los garbanzos no habrá que echarlos en agua antes de poner un potaje. Pero hacía tanta falta el agua que ojalá siguiera lloviendo aunque tuviéramos que ir con botas de goma al Mercadona. Luego que venga el sol y ponga nuestros campos tan verdes que lleguen a vernos pájaros de medio mundo y parte del otro.

Foto SMCE

Ritos  y costumbres repetidas que nos reconcilian con nosotros mismos; que nos acercan a lo que un día fuimos. Se trata de abrir puertas y...

Ritos  y costumbres repetidas que nos reconcilian con nosotros mismos; que nos acercan a lo que un día fuimos. Se trata de abrir puertas y ventanas a la ilusión, de transmitir lo que nos hacía plenos cuando no sabíamos nada. Ése es uno de los secretos de la Semana Santa interior que ahora reverdece en los nuestros y nos vuelve a hacer niños. Pero aún sentimos cierto pudor y lo hacemos, posiblemente, a la espalda de todos. Seguimos conservando algunos gramos de esa vergüenza infantil que nos hace rebuscar a hurtadillas –adentrándonos en el altillo– esa caja vieja de cartón que guarda lo mejor de nosotros mismos.

El boletín ya llegó; hemos marcado en la agenda, los días de los cultos y el cabildo. Mientras, se estiran los días y se templan las tardes. Buscamos excusas para recorrer el centro pensando que, más pronto que tarde, encontraremos el poderío de paso de semana santa recortados en la penumbra de los templos. Hay que comprar un escudo; renovar un cíngulo; hacerle el capirote al niño... Estrenamos esa ilusión nueva, una marea de pequeñas cosas mientras ponemos en marcha la moviola interior que sabe de tantas semanas santas.


Angigua Foto de la procesión de la Borriquilla de Daimiel, Foto Cencerrado

Tenemos la obligación moral de transmitir a nuestros hijos y nieto s (cuando tengamos) el patrimonio devocional que hemos heredado o, inc...

Tenemos la obligación moral de transmitir a nuestros hijos y nietos (cuando tengamos) el patrimonio devocional que hemos heredado o, incluso, el que hemos sido capaces de atesorar durante los años de pertenencia a nuestra hermandad, bien sea desde el anonimato de una presencia ocasional, de una visita esporádica pero reparadora y vitalizadora a nuestros titulares, de la incorporación anual al cortejo penitencial, siempre distinto, siempre pleno de vivencias y recuerdos entrañables, e incluso, en la distancia, aferrándonos a la estampa que guardamos con mimo y mostramos a los demás, en prueba palpable de nuestros sentires espirituales, o bien desde el compromiso adquirido en una etapa indeleble de nuestras vidas, por haber asumido responsabilidades de gobierno y que habrá dejado huella en el ámbito familiar, especialmente cuando esa fuerte vinculación temporal no desaparece o se desvanece con la culminación del mandato.

Asimismo, son incontables y absolutamente necesarios los hermanos que entregan su tiempo, sin medida ni recompensa material alguna, para colaborar en todas las áreas de la hermandad, primordialmente en la priostía y la secretaría, manos fraternas, personas sencillas que no anhelan posiblemente un cargo, pues saben que el mejor modo de servir es entregándose, sin perderse en reflexionar sobre quiénes dirigen los destinos de la hermandad en cada momento, pues ellos trabajan y ofrecen sus conocimientos y capacitación para seguir escribiendo la más brillante y fructífera historia de la gran familia cofradiera en la que están insertados. Otro ejemplo cotidiano del más asentado enriquecimiento en los fervores personales y comunitarios.

Pues ese es el exclusivo bagaje que hemos de transferir inexcusablemente a quienes toman ya el relevo de nuestras devociones, compartiéndolas con la intensidad del amor filial o expectantes a cuanto de sus admirados abuelos son capaces de percibir, con la presteza, frescura y asombro de sus escasos años. Desde el primer contacto con el manto de la Virgen que recoge nuestras cuitas y amores o a los sagrados pies o manos del Señor de nuestra más profunda veneración; con la primera túnica de lactante o ya de inquieto y jovial monaguillo, imagen perfecta de un futuro asegurado; con el hábito nazareno que les otorga una inusitada formalidad en el cortejo y los deseos de cumplir con su deber como hermano; o como punto de unión entre el pasado y el porvenir, entre el ayer y un mañana que ya se hace realidad en el hoy de esas figuras contrapuestas por la edad y la experiencia, todos estos valores cofradieros son el mejor legado que podemos entregar afectivamente a quienes deben ocupar nuestras preferencias. Y esa misión educativa, privilegiada y entrañable, tiene para mí, ahora, un nombre: nuestros hij@s.


Cada Viernes Santo hemos ido viendo pasar nazarenos y nazarenos y, la verdad, apenas si nos hemos fijado en ellos. Se han acercado y han p...

Cada Viernes Santo hemos ido viendo pasar nazarenos y nazarenos y, la verdad, apenas si nos hemos fijado en ellos. Se han acercado y han pasado, dejando levemente impresionada en nuestra retina la huella luminosa del color de sus túnicas, túnicas moradas de Viernes Santo.

Pero ahora mismo, la procesión ha detenido su marcha y, ante  nosotros, acaba de pararse un nazareno. Ni él nos mira, ni nosotros detenemos particularmente nuestra mirada en el. Mas, de pronto, nuestra vista, que anda recorriendo la cinta en quietud de la cofradía detenida, se ha posado sobre el nazareno que está parado ante nuestros ojos, a pocos decímetros de nuestros cuerpos. ¿Quien será este nazareno? ¿Quien será este hombre?

Dios no pregunta. Él ya lo sabe. Nosotros, ciegos, a pesar de ver, seguiremos preguntándonos cuando un nazareno detenga su penitente caminar ante nuestros ojos. ¿Por qué, Señor, este hombre que nunca sabremos quien es, ha tomado en sus manos la cruz y se ha echado a recorrer la ciudad, oculto bajo su túnica nazarena?

SMCE


Cada año buscamos lo que se perdió tras el imperceptible muro que nos separa de la infancia. Cada año buscamos reencontrarnos con la...



Cada año buscamos lo que se perdió tras el imperceptible muro que nos separa de la infancia. Cada año buscamos reencontrarnos con la única Semana Santa que perdura en la memoria.

Cada año volvemos otra vez a los cangilones que la noria del tiempo perdido nos devuelve cuando llegan los días de la Pasión.

Atrapado en el laberinto de su propia existencia, el hombre se encuentra cada Semana Santa con lo que fue. Vive sobre lo vivido y se nutre de sus recuerdos. La Semana Santa no es, pues, un espejo exacto, sino mas bien un cristal evocador. 

Lo que echo de menos cada Semana Santa es lo irrepetible. 

Por supuesto que importa la Imagen. Por supuesto que el factor de valor artístico e histórico tiene que ver con el desarrollo y la partic...

Por supuesto que importa la Imagen. Por supuesto que el factor de valor artístico e histórico tiene que ver con el desarrollo y la participación en el acto del Via Crucis General de Hermandades.

Una de las razones para no elegir ninguna Imagen titular de las Cofradías era porque "se pretendía evitar que la Imagen cobrara más protagonismo del necesario en unos momentos en los que la reflexión y la oración es lo más importante”. 

No se si se habrá logrado lo que se pretendía, no seré yo quien haga esa valoración, pero a este paso para que lo superfluo no cobre mas protagonismo que lo central, que celebren el acto dentro del templo sin ningún tipo de elemento adicional como el de salir a la calle, encargar cirios, movilizar servicios públicos, cortes de calle, servicio de grúa, dentro de la Parroquia y sin Imagen ninguna para que lo banal y accesorio no cobre mas protagonismo del necesario.

SMCE.

Imágenes del I Via Crucis General de Hermandades celebrado en Daimiel en 2015, presidido por el Stmo Cristo del Consuelo.

Una vida tranquila y humilde aporta más felicidad que la búsqueda del éxito y la inquietud constante que ésta implica.  — Albert Einste...

Una vida tranquila y humilde aporta más felicidad que la búsqueda del éxito y la inquietud constante que ésta implica. 
— Albert Einstein - La Teoría de la Felicidad. 


Foto SMCE


Después de soñar, llega la cruda realidad. El éxito, los sueños, están llenos de obstáculos, desazones, desilusiones, miedos, caídas. Tal vez la felicidad precise renunciar a alguno de nuestros sueños más osados. La consecución del éxito exige sacrificio, ambición, y a veces, por qué negarlo, algo de soberbia. Quien cree en algo, lo defenderá pese a todas las consecuencias. Esto implica también encontrarse con problemas, enemistades, envidias, temores... Todos estos sentimientos nos restan un poco de esa felicidad que transmite la quietud, el recogimiento y la humildad. 


Muchos ven en esto algo contradictorio. No lo creo. Ambas están relacionadas. Einstein extendió al humilde mensajero dos opciones: la de permanecer en su espacio de bienestar, felicidad y serenidad o la de salir de su espacio de bienestar y perseguir algún sueño más ambicioso. Todos, pensaba Einstein, somos libres de escoger uno de los dos caminos. Puedes perseguir tus sueños (y tendrás que hacer muchos sacrificios por el camino) o quedarte donde estás, en tu zona de confort y optar por una felicidad plácida y sin sobresaltos. Seguir el primer camino no implica no ser feliz, sino se feliz e infeliz a ratos, con sus altibajos. Implica pequeñas dosis de felicidades salteadas entre otras cuantas dosis de insatisfacción y desilusiones. El segundo camino implica una felicidad constante, sí, más permanente. Te ahorrará el dulce sabor de la derrota, del miedo, de la frustración, pero tampoco podrás recoger recompensas tras una dura carrera y degustar el cálido y dulce sabor del éxito.

A los cofrades nos gusta ver salir las cofradías. No necesariamente porque se vean mejor, sino quizá porque asistir al nacimiento de un fe...

A los cofrades nos gusta ver salir las cofradías. No necesariamente porque se vean mejor, sino quizá porque asistir al nacimiento de un fenómeno reporta una emoción diferente, de otra intensidad y hondura, ante el que el espectador se siente, además participe. 
Como en esta salida de nazarenos con túnica azul marino de la Hermandad del Perdón de Jerez el pasado Domingo de Ramos. Foto SMCE

Seguro que alguna vez le ha pasado. Se ha puesto de nuevo esa chaqueta –la del traje multiusos de las ocasiones especiales– y ha notado un...

Seguro que alguna vez le ha pasado. Se ha puesto de nuevo esa chaqueta –la del traje multiusos de las ocasiones especiales– y ha notado un objeto en el bolsillo interior. Ha metido la mano y se ha topado con una estampa del Cristo o Virgen, una fotografía de recuerdo de la última Estación de Penitencia, un recuerdo de lo vivido la Semana Santa pasada, todavía se puede oler el incienso en ella. Qué recuerdos le han venido de pronto. Este año no va a poder asistir, pero al ponerse la chaqueta se ha acordado de aquel maravilloso día. Las estampas que se guardan son altares que, como los azulejos de las iglesias, nos sorprenden en el callejero de nuestras vidas. Hay quien se ha encontrado con una de esas estampas en plena Nochevieja y quien las halla justo un año después. Están ahí, esperando una oración.


Semana Santa Sevilla 2017. Foto: SMCE

Viernes Santo en Daimiel ,Ciudad Real Foto Juan Moya De lo que vimos y ya no vemos; de lo que fuimos y ya no somos. Ésta debería ...

Viernes Santo en Daimiel ,Ciudad Real
Foto Juan Moya


De lo que vimos y ya no vemos; de lo que fuimos y ya no somos. Ésta debería ser la máxima que figurara, como un memento mori, al frente de cada reflexión sobre la Semana Santa. Escribir en torno a la misma nos hace recurrir a la huella de miradas y sensaciones que sólo viven ya, irremediablemente, como recuerdos. Por encima de la actitud personal ante esa fiesta compleja y frágil, resulta difícil para los cofrades no haber participado de modo activo en ella en algún momento.
Incluso al dejarla de lado requiere, salvo extrañas excepciones, haberla vivido, para así poder apartarse de ella con la conciencia de que el beneficio supera a la pérdida.

Los territorios de la Semana Santa son, por ello, los de nuestra mente. Los ritos de evocación adquieren una especial naturaleza cuando se refieren al tiempo que la fiesta ocupa, ya que no hablamos tan sólo de una cronología histórica, sino que nos referimos sobre todo a una experiencia interior compartida tan sólo de modo parcial. La Semana Santa configura, en esta  medida, una rara forma de patrimonio, un patrimonio privado del que somos los mejores conocedores e intérpretes: por mucho que personas cercanas- familia, amigos...-lleguen a estar cerca del mismo, sus claves se apoyan sobre unos cimientos que hemos construido con el correr de los años. 

Paradójicamente, nos esforzamos a menudo en transmitirlas, sin darnos cuenta de que la tarea es imposible: la educación sentimental que termina por convertirnos en parte de la fiesta demanda, de modo casi inapelable, que creamos propia nuestra propia mirada con fragmentos de lo heredado y, sobre todo, con la experiencia personal.

Una vez asumido esto, resulta fascinante  pensar que existió una impresión primera en nuestros ojos cuyo recuerdo no es posible convocar, a no ser que, de modo engañoso, salga la imaginación en auxilio de la memoria.

Poco a poco vamos dejando de ser niños, y nuevas impresiones se añaden como sedimentos que la Semana Santa deposita en la secuencia de nuestra vidas. 

Al mediar el aprendizaje junto a los que nos precedieron en ese proceso, comenzamos a participar de sus juicios, a recibir una parte del legado que ellos han ido construyendo y que , como ya se ha señalado, tienen la necesidad de transmitir. Sin embargo, es en esos momentos cuando la Semana Santa empieza a ser nuestra de un modo natural, y vamos tejiendo sin prisa el tapiz que una y otra vez reharemos hasta que la fiesta deje de ser, por una u otra circunstancia, parte de nosotros.  Es aquí donde, de un modo ingenuo, osaremos emitir- a veces en silencio- nuestros propios juicios sobre lo que se nos ofrece, donde se irá formando nuestro modo de ver y donde, tímidamente, la devoción y la admiración irán reclamando sus respectivas parcelas poniendo de manifiesto otra gran frase que resume todo esto, la mirada que fue y la que difícilmente volverá a ser.

SMCE