Hace seis meses nos creíamos inmortales y vivíamos como si no hubiera un mañana. Ahora sabemos que todo pende de un hilo, que las tornas cambian de un día para otro y que somos hojas a merced de cualquier viento.
En otras palabras, hemos descubierto que somos frágiles. Y ese será el mejor regalo que puede hacernos la pandemia, porque solo quien se sabe frágil pone los medios para preservarse de ella y, por tanto, fortalecerse. También, y con un poco de suerte, es posible que esa misma fragilidad nos vuelva comprensivos, compasivos, responsables y, sobre todo, menos desmemoriados
FOTO SMCE
Playa Sanlucar, foto SMCE
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