Restan menos de quince días para que la salida de "la Borriquilla" anuncie la llegada de un nuevo Domingo de Ramos. Faltan algo menos de dos decenas de amaneceres para que nuestro pueblo amanezca vestido de estreno, dispuesto a recibir a esa semana señalada en rojo en los almanaques. Mientras tanto, el pueblo se envuelve en un ambiente de espera continua. Y es que, en nuestro pueblo la Cuaresma se vive así, esperando. Cada cual lo hace a su manera. Unos la prefieren sentir pausadamente, a otros le gusta palpar la velocidad con la que las vísperas se perciben en las Iglesias y casas de hermandad o en las calles.
Si por algo se caracteriza la Cuaresma en nuestro pueblo es por sus rituales. Existen y se repiten año tras año, de forma cíclica, aunque nunca parecen ser iguales, porque nunca lo vives del mismo modo que el año anterior. Para muchos el día en el que la imagen de Jesús Nazareno es subida a su paso es la jornada más esperada de este periodo cuaresmal. Es entonces cuando sentimos que la cuenta ha llegado a su fin.
SMCE
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