La llegada del verano supone el desdoblamiento de cada uno de nosotros cuando la playa o la casa del campo aparece en el horizonte de desc...

Marcando la diferencia con la rutina diaria

La llegada del verano supone el desdoblamiento de cada uno de nosotros cuando la playa o la casa del campo aparece en el horizonte de descanso. Unos días de relax en este lugar hace que entremos en una especie de vida paralela en la que dejamos atrás todo aquello que nos acompaña a lo largo del año.

El secreto está en marcar la diferencia con la rutina diaria. Por eso el descanso tiene que ser en la casa de la playa o del campo, donde uno viste la ropa de la playa o ropa para estar en el campo. Todo esto forma parte de una cultura playera o veraniega en la que también hay que incluir el ocio. Hay una música específica para escuchar en la playa o en la piscina del campo, lo mismo que hay libros que parece estar escritos para leerse bajo una sombrilla.

La intendencia familiar sabe bien de sillas plegables, sombrillas y neveras cuya vida útil se reduce a los días en que se disfrutan de verano. Si abrimos el armario ocurre lo mismo, pues hay camisas que se guardan para la playa o para estar en el campo y pantalones cortos que sólo se lucen en el paseo marítimo de verdad.

Cualquier estudio sociológico podría concluir sin grandes esfuerzos que los hábitos en la playa son distintos a los de la ciudad. Se hacen cosas que en cualquier momento del año podrían ruborizar a cualquiera. Y todo esto hace que acabemos duplicando todo porque la playa se merece su material exclusivo. ¿O no?

foto SMCE

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