La Estrella en 1932. “La Valiente” La Estrella fue la única hermandad que procesionó en Sevilla en 1932, durante la II República. En ...

Pretérito imperfecto: 'La Virgen republicana'

La Estrella en 1932. “La Valiente”

La Estrella fue la única hermandad que procesionó en Sevilla en 1932, durante la II República. En su trayecto hubo varios incidentes, incluidos disparos, de ahí el sobrenombre de “La Valiente” que desde entonces tiene la Virgen María Santísima de la Estrella (imagen del siglo XVII atribuida al taller de La Roldana).

Este curioso reportaje de Canal Sur nos resuelve alguna de esas dudas con fotografías y videos de la época. Varios testimonios nos acercan a esta extraña etapa de la Semana Santa. Disfruten de ello.

El Jueves Santo de 1932, a las cuatro de la tarde, sólo una cofradía sevillana, la de la Estrella, se asomó a la calle. Una mezcla de temor a las amenazas republicanas y buena parte de pobreza (la nueva constitución prohibía las subvenciones a los grupos religiosos), había mermado en pocos meses el número de cofrades hasta el límite de las exigencias para sacar un paso a la calle. El miedo invencible a que las imágenes fueran destruidas, como así ocurrió unos días después, cuando incendiaron la iglesia de san Julián y acabaron con la imagen de la Dolorosa que talló el gran Martínez Montañés, hizo el resto.

No ajenos a la locura de aquella República, pero sí valientes, los cofrades que estaban en el interior de la iglesia de San Jacinto decidieron sacar sus dos pasos: el Cristo de las Penas y la imagen de Nuestra Señora de la Estrella.

Afuera, en la calle, una compañía de seguridad de caballería y un pelotón de la Guardia Civil esperaban la salida de los pasos. La multitud, que sabía de la decisión de “la valiente”, llenaba las calles de San Jacinto y Pallés del Corro y cuando las puertas se abrieron y se vio la Cruz de guía, estalló una ovación que sonó como una bomba en el ánimo republicano.

Saetas y lágrimas en la calle de las Sierpes
Las crónicas del día hablan de fervor, pero también de tranquilidad. Saetas y lágrimas llenaban la calle de las Sierpes cuando en la esquina con Santa María de Gracia, una turba comenzó a dar vivas al “comunismo libertario” y fue contestada con vivas a María Santísima. Las fuerzas de seguridad detuvieron a uno de los alborotadores, Luis Sánchez García, de 44 años; pero de inmediato una piedra lanzada contra la imagen del Cristo rebotó en la espalda de la talla y golpeó a un soldado.

Los fieles, indignados, se lanzaron sobre el vándalo, un dependiente de taberna de nombre Manuel Fernández Rozas, de 33 años, que sólo pudo ser rescatado por la Guardia Civil después de batallar contra el público que pretendía escarmentar (otras crónicas hablan de linchar) al detenido.

El Carbonero y el Pájaro
Pero lo peor estaba por llegar. Y ocurrió cuando los pasos enfilaron la entrada de la catedral por la puerta de San Miguel. Un grupo comenzó a lanzar petardos sobre el manto de la Virgen y sonaron disparos de pistola que agujerearon el palio de la Virgen. La multitud, en pánico, se dispersó, los pasos entraron al galope en la catedral y las puertas se cerraron. Un minuto después, unos pocos fieles templados comenzó a perseguir a uno de los hombres que había disparado contra la Virgen y que había salido huyendo hacia la plaza del Triunfo.

Uno de estos fieles fue Diego Jiménez Martínez, de 29 años, que consiguió alcanzar al fugitivo en la calle de Maraña y le arreó “un formidable bastonazo en la cabeza”, según se aseguró en el atestado. Incluso herido, el hombre se dio media vuelta y se encaró a punta de pistola con los agentes que le seguían a la carrera. Hubo intercambio de disparos, sin heridos, hasta que fue detenido en la calle de San Gregorio. La ira popular obligó a la Policía a custodiar al detenido en el portal de Diputación de la Benemérita hasta que la Guardia Civil terminó de cargar contra los fieles que pretendían apoderarse del pistolero.

Ya en comisaría, y según relató el ABC en su edición sevillana, se supo que el autor de los disparos se llamaba “Emiliano González Sánchez, de 21 años, soltero, natural de Alcázar de San Juan, de oficio carpintero y con domicilio en San juan de Aznalfarache”. Al detenido se le ocupó una pistola del calibre 6,35 mm. con dos cargadores; dos carnets de la CNT, uno a su nombre y otro al de un tal José Adame y un carnet de chófer. En su cuerpo, enrollada, llevaba la bandera del sindicato. Las fuerzas del orden habían trasladado a la misma comisaría a otros compañeros del sindicalista: Daniel Maceda, alias “El Carbonero”, Antonio Ibarra, alias “El Pájaro”, así como José Martín Bernal y Manuel Piña Lara.

La reacción gubernamental a estos gravísimos sucesos fue un fiel reflejo de la importancia que aquellas izquierdas republicanas daban al sometimiento de la Iglesia católica. Nada se hizo. Desde las tribunas de la mayoría republicana se señaló a los cofrades como culpables de haber provocado al pueblo con sus procesiones, “un vehículo de proselitismo intolerable en la España moderna”, como dijo la prensa de izquierdas de aquella época.

Dos años en el infierno republicano
La reacción gubernamental a los sucesos de 1932, y no sólo a los relatados de la Semana Santa, sino los ataques continuos a los sentimientos religiosos como la quema de iglesias y el estrangulamiento financiero al que la izquierda sometió a la Iglesia, terminaron con todas las procesiones de 1933. La Semana Santa quedó encerrada entre los muros de las capillas y los pasos se ocultaron detrás de muros de metal o en escondites secretos en los sótanos. La victoria de las derechas en noviembre de 1933 devolvió algo de paz a la Semana Santa de 1934 y todas las cofradías salieron de nuevo a las calles en 1935. En el caso de Sevilla ya sin interrupción salvo que el tiempo lo impida.

Extraído de la Gaceta.es.
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Memoria histórica
Desmontando la leyenda negra sobre la amenaza republicana a la Semana Santa de Sevilla


  • La leyenda urbana cuenta que las autoridades republicanas prohibieron los desfiles procesionales en 1932 en Sevilla, pero la historia dice otra cosa: las cofradías decidieron no salir

  • El alcalde republicano, José de la Bandera, intentó asegurar "la normal celebración" de la Semana Santa ante el boicot anunciado de las derechas

  • Solo una imagen salió a la calle: la Estrella de Triana, conocida desde entonces como 'la Valiente' e incluso como la virgen republicana


El artículo 3 de la Constitución de la República decía: 'El Estado español no tiene religión oficial', lo que bastó para que se armara la de San Quintín en la primera Semana Santa republicana.

Las cofradías de algunas ciudades se enfadaron tanto con el nuevo régimen, que decidieron suspender las procesiones. Las cofradías sevillanas acordaron no sacar los pasos. Sólo una, la cofradía de la virgen de la Estrella decidió salir.

La Estrella salió el jueves santo de 1932, que era 24 de marzo. A partir de entonces, empezó a ser conocida como "La Republicana" y "La Valiente". ¿Qué pasó aquella tarde?
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