Hace tiempo que lo digo, pero cada día estoy más convencido. Las hermandades se asemejan mucho en su funcionamiento a los partidos polític...

Como en la política

Hace tiempo que lo digo, pero cada día estoy más convencido. Las hermandades se asemejan mucho en su funcionamiento a los partidos políticos, ya sea en su proceder o en su forma de actuar. Lo estamos viendo a diario, cuando organizan actos públicos o cabildos generales.

Dice el diccionario que la política “es una rama de la moral que se ocupa de la actividad, en virtud de la cual una sociedad libre, compuesta por hombres libres, resuelve los problemas que le plantea su convivencia colectiva… que promueve la participación ciudadana, ya que posee la capacidad de distribuir y ejecutar el poder según sea necesario para promover el bien común”.

Hace poco, oí a un líder político muy influyente decir que “la política debía basarse en la paciencia, prudencia y responsabilidad”. Pues en las cofradías, también debe ser así. Sinceramente, no me preocupa que las hermandades se parezcan a los partidos políticos, pero sí que sus principios puedan basarse en el uso de las malas artes, en el espectáculo gratuito, en la puñalada trapera, en el fariseísmo más puro y en la falta de transparencia y democracia.

Los responsables de nuestras hermandades y los políticos deben coincidir en que su fin último debe ser servir a los demás, siempre buscando el bien común vestido con el traje de la ética más pura y de los principios más nobles.

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