De pascuas a Ramos, se va guardando la bola que va creciendo cada año merced a los paseos arriba y abajo entre las filas de nazarenos,...

Tradiciones


De pascuas a Ramos, se va guardando la bola que va creciendo cada año merced a los paseos arriba y abajo entre las filas de nazarenos, aun a costa de perder la referencia de sus familiares ubicados en la calle. Quizá ellos, los niños y niñas no sean conscientes de que ese juego que celebran en cada jornada penitencial, librando batallas por coger el sitio con los otros niños, les llevará a esbozar una sonrisa cuando, ya de mayores, vean fotos antiguas en las que aparecen con su bola en la mano; y es que, esa bola es como un tesoro, guardado celosamente a lo largo de la Semana Santa, y con posterioridad también, hasta que su madre se harte de verla rondando por la casa y la tire a la basura. Este juego les sirve, desde niños, a distinguir unas hermandades de otras, las que son más "flexibles" en sus reglas y permiten al nazareno girar el cirio para ofrecerle la cera al pequeño que la solicita, de esas otras que, con sus cirios en alto, caminan silentes por las calles de la ciudad, constituyendo para el niño un sistema efectivo para ir diferenciando las hermandades más "alegres" de las otras más "serias".

A medida que va creciendo la bola, van transcurriendo los días pasionales, se va madurando y esa afición de niño irá metiéndole dentro el "veneno" de la Semana Santa, hasta que pase a engrosar las filas de nazarenos de su hermandad y, más adelante quizá, sus cuadrillas de costaleros, ya que la Semana Santa tiene diferentes estamentos por los que se va pasando a lo largo de nuestra vida cofrade, iniciada de la mano de nuestros padres, acompañados por nuestros hermanos y amigos, cualquier díasanto de la ciudad, pidiéndole cera a un nazareno... 

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