Cuando amanece un día gris y lluvioso, normalmente me suelo quedar en mi casa sin muchas ganas de nada. Por contra hay gente a la qu...

Lluvia



Cuando amanece un día gris y lluvioso, normalmente me suelo quedar en mi casa sin muchas ganas de nada. Por contra hay gente a la que le fascina abandonarse, sin paraguas, sobre las calles de la ciudad de turno, y encontrar esos rincones que cambian radicalmente bajo las gotas de agua que se derraman por doquier, mientras que a otras les gusta sentarse en un café para observar el ir y venir de la gente atareada, intentando taparse inùtilmente con el paraguas cuando el viento, además, hace acto de presencia, protegidos por el cristal que separa lo húmedo de lo seco con un fina capa de vaho como frontera. 

Podríamos hablar de muchas más cosas, todas las que aparecen bajo el suelo cuando el agua acumulada en forma de charco hace de espejo y duplica la imagen, invertida, de lo que se eleva hacia el cielo gris de la ciudad; o los brillos de las luces de los coches, el reflejo de la lluvia al incidir sobre ella, o la sensación de humedad aumentada por las gotitas que flotan en el ambiente elevadas por cualquier coche que pasa, todo eso, aunque nunca os lo hayáis planteado de esa forma, esta ahí, ora oculto por la fina capa de "chririmiri" (cuando llueve sin la suficiente fuerza como para abrir el paraguas, pero que a la larga te cala hasta los huesos), ora tras la espesa de la lluvia más intensa que levanta incluso los charcos al caer. Dibujos sobre la superficie de los mismos, con círculos formados por las gotas, reflejos, oscuridad,...todo esto aparece cuando llega la lluvia, algo de lo que también se puede disfrutar.

0 comentarios: