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El tiempo pasa y con él también se pierden muchas cosas. La maldita memoria nos provoca que las echemos en falta recordando todo lo bueno y ...



El tiempo pasa y con él también se pierden muchas cosas. La maldita memoria nos provoca que las echemos en falta recordando todo lo bueno y desechando todo aquello malo que nos dañaba. El recuerdo que más me viene a la cabeza es el de aquellos profesores que siempre decían que cuando saliéramos del colegio desearíamos volver. ¡Bendita razón! Al pasar los años te das cuenta de que estas cosas se tornan realidad. La vida es dura y en la inocencia de años pasados reside la verdadera felicidad. ¿Cuántas veces de niño habré deseado ser mayor para cumplir mis sueños y una vez alcanzadas esas metas haber deseado volver atrás?

Con el tiempo se pierden vivencias, familiares, amigos, cosas que antes hacías de corrido y que ahora se te cierran en tus narices. Recuerdo aquella primera fiesta, aquel primer beso, primer campamento, primer concierto o festival. La vida se compone de primeras veces y de lo que conseguimos recordar de ellas. 

Pensemos por una vez en aquellos que no podrán vivir esos momentos, los jóvenes. Los telediarios abren siempre con otros colectivos pero no nos paramos en pensar en estos adolescentes que ven como lo que debía ser la época de rebeldía y de diversión se les arrebata por la maldita pandemia que nos atormenta desde hace ya más de un año. Solo quedará pedir para que esta situación sea revertida y que la nueva realidad no sea nueva sino la que antes disfrutábamos.
foto SMCE




El interés por encerrar la Semana Santa en las sacristías y por borrar el sentimiento cristiano de España ni es de ahora ni ha surgido con o...

El interés por encerrar la Semana Santa en las sacristías y por borrar el sentimiento cristiano de España ni es de ahora ni ha surgido con ocasión de la pandemia, aunque algunos quieran aprovecharla para incidir sobre lo ‘progre’ y moderno que es arrinconar las creencias de los otros. Desde los intentos de convertir fiestas cristianas en solsticios, hasta promocionar el afán por el descanso y por las vacaciones playeras, todo se les hace poco para su intento. Lo que pasa es que, incluso en circunstancias tan especiales como las que estamos viviendo, los intentos pinchan siempre en hueso.

Por mucho que algunos, incluso desde algunos medios de comunicación que pasan por solventes, se afanen por demostrarnos que «no hay Semana Santa», la realidad es muy diferente. Basta con fijarse en muchos de nuestros balcones engalanados y en las gentes que se afanan por mostrar su devoción y su afán por mantener creencias y costumbres a pesar de la atipicidad de estos días.

En España sí ha sido Semana Santa y las gentes se preocupan por presenciar ceremonias y procesiones en la televisión e incluso mantienen tradiciones desde balcones y terrazas. Son ceremonias vacías de asistentes y procesiones retomadas de años atrás y que son seguidas con todo el entusiasmo y la ilusión y el interés de cada año. 
Escaparate Floristería Ortega Utrilla, Daimiel


Las posibilidades de hacer turismo se esfumaron hace tiempo para todos los españoles por culpa del virus que no da su brazo a torcer. Toca c...

Las posibilidades de hacer turismo se esfumaron hace tiempo para todos los españoles por culpa del virus que no da su brazo a torcer. Toca centrar las miradas en el turismo de interior, de pasar las tardes en el parque del barrio, y de quedar con los amigos y familiares en las terrazas o veladores que con este tiempo invitan a ocupar sus sillas. Es por ello que tanto hosteleros como vecinos piden que se controlen los veladores para evitar excesos y que no se agudice más la tasa de contagios. Los primeros para que no haya irresponsables que monten mesas sin licencia, o lo hagan con más de la cuenta. Los segundos, para poder disfrutar de una ciudad que no se encuentre sitiada por los veladores.
foto SMCE


La exposición del Casino de la Exposición, la de los misterios, se ha hecho una mijita rápido y sin ese tacto que suelen tener las cofradías...

La exposición del Casino de la Exposición, la de los misterios, se ha hecho una mijita rápido y sin ese tacto que suelen tener las cofradías, pero hay que reconocer que supone la oferta más idónea para los niños, un público que conviene cuidar muy especialmente. Es bueno que los críos puedan ver de cerca el caballo del misterio de Triana, los romanos de la Amargura, los sanedritas, el escorzo de las esculturas, las expresiones, las ropas, los accesorios, las vestimentas... Bien merece esta exposición una gran cantidad de público infantil, al que es necesario enseñar la Semana Santa en tiempos en que no se celebra en la calle.

Quinarios, exposiciones, conferencias, el Mercantil, Cajasol, Caixabank, triduos, más quinarios, sobredosis de quinarios, la agenda cuaresma...

Quinarios, exposiciones, conferencias, el Mercantil, Cajasol, Caixabank, triduos, más quinarios, sobredosis de quinarios, la agenda cuaresmal está repleta, pero, ay, no registra ensayos de costaleros ni atruenan los espacios las notas de cornetas y tambores delante del Parlamento ni en La O. Es la Cuaresma que nos ha tocado vivir, una especie de quiero y no puedo que es como la metadona para el drogadicto que no tiene otra que conformarse con el sucedáneo. Bien está que cada hermandad programe sus cultos como mejor crea y lo cierto es que menos da una piedra, madre no hay más que una y a ti te encontré en la calle. Uno ve la agenda y la nostalgia te acomete con furia, te corroe los adentros y te acuerdas de la madre que parió al bichito cabrón que nos ha dejado la vida en tres cilindros. Porque una Cuaresma sin ensayos de costaleros es como un jardín sin flores.
EXPOSICIÓN “IN NOMINE DEI” (SALA 6)

Parece que las vacunas van dando un poco de freno a la pesadilla del Covid-19. A ver si paso a paso, con ciencia, conciencia y talento vamos...

Parece que las vacunas van dando un poco de freno a la pesadilla del Covid-19. A ver si paso a paso, con ciencia, conciencia y talento vamos superando las cuarentenas y emboscadas de la enfermedad. Las cofradías casi siempre han respondido a las epidemias con rogativas, novenas y procesiones. Hoy se muestran muy obedientes con las distancias sociales y los aforos, y así debe ser, aunque en otros tiempos no lo hubiesen sido tanto. La religiosidad era una forma de afrontar los males. 

Hay males muy evidentes, como las epidemias y sus virus, pero hay otros males menos evidentes que poco a poco minan la salud cofrade porque son asintomáticos, es decir, no parece que quienes los padecen los sufran

Esos virus invisibles son los que, disfrazados de prudencia, frenan la imaginación y la creatividad cofrade (y la no cofrade también). Son virus que ante cualquier propuesta novedosa solo se les ocurre ponerle pegas, objeciones, miradas cortas y sin alcance, pues no tienen capacidad de ver más allá de sus narices (y ahora con las mascarillas, ni eso). Esos virus siempre tienen la coletilla del «hay que pensárselo mucho» «hay que sopesarlo» «hay que estar formados para tomar decisiones», etc.

Todo muy sensato, pero a poco que se rasque detrás de ese argumentario, se demuestra que son ellos mismos los que no piensan nunca, ni sopesan, ni tienen inquietud por formarse… más bien están acomodados en el conformismo convencional de su inmovilismo.