Por supuesto que importa la Imagen. Por supuesto que el factor de valor artístico e histórico tiene que ver con el desarrollo y la partic...

Por supuesto que importa la Imagen. Por supuesto que el factor de valor artístico e histórico tiene que ver con el desarrollo y la participación en el acto del Via Crucis General de Hermandades.

Una de las razones para no elegir ninguna Imagen titular de las Cofradías era porque "se pretendía evitar que la Imagen cobrara más protagonismo del necesario en unos momentos en los que la reflexión y la oración es lo más importante”. 

No se si se habrá logrado lo que se pretendía, no seré yo quien haga esa valoración, pero a este paso para que lo superfluo no cobre mas protagonismo que lo central, que celebren el acto dentro del templo sin ningún tipo de elemento adicional como el de salir a la calle, encargar cirios, movilizar servicios públicos, cortes de calle, servicio de grúa, dentro de la Parroquia y sin Imagen ninguna para que lo banal y accesorio no cobre mas protagonismo del necesario.

SMCE.

Imágenes del I Via Crucis General de Hermandades celebrado en Daimiel en 2015, presidido por el Stmo Cristo del Consuelo.

Ayer Sábado salió en procesión la Agrupación de Devotos de la Santa Cruz, Nuestro Padre Jesús de la Piedad, Nuestra Señora de la Sa...


Ayer Sábado salió en procesión la Agrupación de Devotos de la Santa Cruz, Nuestro Padre Jesús de la Piedad, Nuestra Señora de la Salud y Esperanza y San Juan Evangelista, dicho de otra manera una cofradía "pirata" más en Sevilla, de la que podemos ver las dos caras de este tipo de agrupaciones. 
Pueden tomar buena nota aquellas agrupaciones que desean sacar un paso a la calle en otras localidades y ver como se han creado una asociación "FECOSEVILLA" donde están asociadas todas ellas.
Video Alfonso García
Salida procesional 16 de marzo de 2019, acompañamiento musical A.M. Santa Cecilia
El Economato Social de la Federación de Asociaciones Cofrades de Sevilla y la ACC Salud y Esperanza en su Escuela de Música y Talleres Sociales de Bolillos
Programa Solidarios Canal Sur TV 18/01/2014
Mas información en https://cmcs936.wixsite.com/saludyesperanza

 La paradoja es evidente: tardes crecen mientras la espera acorta su distancia. La Cuaresma vive su momento de intensidad, y ésta es refre...

 La paradoja es evidente: tardes crecen mientras la espera acorta su distancia. La Cuaresma vive su momento de intensidad, y ésta es refrendada en la vorágine que se respira en las casas de hermandad e iglesias con la celebracion de los cultos anuales y besamanos. La primavera a punto de llegar otro año más,  sin embargo ya ha descargado los primeros síntomas de su equipaje. A la espera de la semana santa, el acervo de estampas y experiencias sigue in crescendo.

Fotos Jaime Camacho



Fotos Jaime Camacho

EL NUEVO PASO DE NUESTRO PADRE JESÚS DE LA HUMILDAD La conocida popularmente como la hermandad del Cerro del Águila ha present...


EL NUEVO PASO DE NUESTRO PADRE JESÚS DE LA HUMILDAD

La conocida popularmente como la hermandad del Cerro del Águila ha presentado a la ciudad de Sevilla el nuevo paso procesional para su nazareno titular, Nuestro Padre Jesús de la Humildad obra del escultor Juan Manuel Miñarro en 2004.
La obra se muestra completamente terminada a la espera de que el próximo martes santo pueda salir llevando al nazareno sobre su mesa.
El paso es obra de la conjunción de varios artistas cada uno en su especialidad.
Francisco José Verdugo Rodrigo…..Talla y diseño
Enrique Gonzálvez González………Carpintería
Hermanos Delgado López.…………Orfebrería
Manuel Mazuecos García…………..Esculturas
Juan Manuel Bermúdez Requena……Iconografía


Una vida tranquila y humilde aporta más felicidad que la búsqueda del éxito y la inquietud constante que ésta implica.  — Albert Einste...

Una vida tranquila y humilde aporta más felicidad que la búsqueda del éxito y la inquietud constante que ésta implica. 
— Albert Einstein - La Teoría de la Felicidad. 


Foto SMCE


Después de soñar, llega la cruda realidad. El éxito, los sueños, están llenos de obstáculos, desazones, desilusiones, miedos, caídas. Tal vez la felicidad precise renunciar a alguno de nuestros sueños más osados. La consecución del éxito exige sacrificio, ambición, y a veces, por qué negarlo, algo de soberbia. Quien cree en algo, lo defenderá pese a todas las consecuencias. Esto implica también encontrarse con problemas, enemistades, envidias, temores... Todos estos sentimientos nos restan un poco de esa felicidad que transmite la quietud, el recogimiento y la humildad. 


Muchos ven en esto algo contradictorio. No lo creo. Ambas están relacionadas. Einstein extendió al humilde mensajero dos opciones: la de permanecer en su espacio de bienestar, felicidad y serenidad o la de salir de su espacio de bienestar y perseguir algún sueño más ambicioso. Todos, pensaba Einstein, somos libres de escoger uno de los dos caminos. Puedes perseguir tus sueños (y tendrás que hacer muchos sacrificios por el camino) o quedarte donde estás, en tu zona de confort y optar por una felicidad plácida y sin sobresaltos. Seguir el primer camino no implica no ser feliz, sino se feliz e infeliz a ratos, con sus altibajos. Implica pequeñas dosis de felicidades salteadas entre otras cuantas dosis de insatisfacción y desilusiones. El segundo camino implica una felicidad constante, sí, más permanente. Te ahorrará el dulce sabor de la derrota, del miedo, de la frustración, pero tampoco podrás recoger recompensas tras una dura carrera y degustar el cálido y dulce sabor del éxito.

Ha llegado la hora. Has buscado con el olfato el olor a la gloria. Una túnica limpia y planchada huele a gloria. Una túnica recién utili...


Ha llegado la hora. Has buscado con el olfato el olor a la gloria. Una túnica limpia y planchada huele a gloria. Una túnica recién utilizada, con los bajos negros y churretes de cera huele a misión cumplida, a inicio de añoranza, a espera. Huele a camino de vuelta, a bostezo y humo, a beso de un padre que ya no te abraza
Foto:  @JPioCordoba  

Como cae, sin remedio, la arena del reloj al que se le acaba de dar la vuelta, el tiempo ha regresado para visitar el miedo de tu pecho cuando has visto la túnica, otra vez, colgada de la puerta de tu cuarto. La reina de la casa la puso en ese lugar para subrayar que con ella se abre y se cierra cada latido del corazón del hijo que ama. Un repeluco ha recorrido todo tu cuerpo y no puedes dejar de mirarla una y otra vez. Ella permanece en silencio, como respetando la inquietud que ahora te abraza. Parece conocer su sagrado cometido. La túnica de nazareno de tu cofradía, la tuya, está dispuesta un año más a custodiar cada poro del cuerpo que ha esperado su día santo con la ilusión de un amor primero, tan rotundo como difícil de explicar. Está rodeada de ese plástico transparente, bolsa con el nombre impreso de la tintorería que estás deseando levantar el día que sale la cofradía de tus amores. Y pasas a menudo sin necesidad por el cuarto para comprobar que ella sigue en el mismo lugar, que nada ha cambiado y que no hay problemas. Una túnica colgada de la puerta de tu dormitorio es una declaración de amor, seguramente el amor más fiel que existe.

No puedes conformarte. Has levantado el plástico para tocarla, para sentir en tu mano el escudo que un día viste coser a tu madre sobre el pecho, o sobre el hombro de tu capa. Lo recuerdas como si fuera ayer. Incluso has buscado con el olfato el olor a la gloria. Una túnica limpia y planchada huele a gloria. Una túnica recién utilizada, con los bajos negros y churretes de cera huele a Sevilla, a misión cumplida, a inicio de añoranza, a espera. Huele a camino de vuelta, a bostezo y humo, a beso de un padre que ya no te abraza.

Has vuelto a recorrer el pasillo. Sigue allí, al fondo, colgada de tu puerta mientras envidias a la percha que lleva un año con ella. La túnica recién lavada y planchada hace una pareja perfecta con una percha que parece se fabricó para sostenerla.

Y, muy pronto, en el primer cajón de la mesilla, la papeleta de sitio, el documento que acreditará tu pertenencia y tu compromiso, esa cuartilla doblada que repasarás un millón de veces en treinta días. Mientras tanto, en la papelera de tu cuarto sigue hecho una bola el envoltorio –también de plástico– en el que te llegó el último ejemplar del boletín. Puede leerse en la etiqueta tu nombre y tu número de hermano. Ha pasado otro año.

Has agarrado con las dos manos el marco con la foto de tu Virgen que tienes en la mesa de estudio y la miras detenidamente. Sigue guapísima. Le vuelves a prometer que este año irás por la hermandad más veces, a verla, a echar una mano, a participar de sus cosas, a quererla y decirle cómo te marcha la vida. También se lo habías prometido el año pasado pero no pudo ser. Y en esas te regresan los ojos a la túnica colgada, limpia, estirada, perfecta, sobre tu puerta en un equilibrio perfecto. Has pensado qué día es hoy para, mentalmente, hacer la cuenta exacta de los días que te quedan para vestirla en una liturgia doméstica que se repetirá como se hizo siempre. Esta tarde no le preguntarás a tu madre por el cíngulo porque ya lo hiciste ayer... y anteayer. Ella lo tiene todo buscado y encontrado, en orden para pasar revista. No falla.

Incluso en la calle, cuando sales con tus amigos, estás pensando en la túnica, la misma que buscarás en cuanto entres por la puerta de tu casa, antes de cenar si quiera. Ella es el anuncio y la certeza, el temor y el orgullo. En Sevilla no nos ponemos una túnica, la vestimos, la sentimos, la dejamos que nos abrace porque abrazarla no podemos. Vestirse de nazareno es, quizá, lo más importante que puede pasarnos. Lo sabemos. Por eso tocamos la túnica colgada de la puerta una y otra vez. Y es que, al tocarla, sabemos que todo está aquí. Que el tiempo se empeña en arañarnos el corazón. Que ha llegado la hora.

Dos pequeñas túnicas moradas de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno (Daimiel),  tiempo de soltar dobladillos y alargar mangas. Foto: S...

Dos pequeñas túnicas moradas de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno (Daimiel),  tiempo de soltar dobladillos y alargar mangas.
Foto: SMCE


Pocas cosas me merecen tanta veneración como una túnica de nazareno.

La que visto desde hace años, se guarda como un tesoro y antes preferiría perder un objeto valioso a que mi túnica se estropeara sin remedio. De pequeño, probársela era el mejor rito de la Cuaresma y una muestra palpable de que todo se acercaba. Mi madre soltaba dobladillos, alargaba mangas, ... así hasta que, apercibiéndome de no mancharla en un descuido, pendía de una lámpara. Ahora el rito se repite pero con los nietos.

Cuando la impaciencia me comía por dentro, entraba a hurtadillas en la pequeña habitación y la miraba en silencio, soñando con un sol que no siempre llegaría. 

Era el mejor cartel de Semana Santa que pudiera pintarse. Allí estaba, como una bandera, inalcanzable hasta el amanecer del Viernes Santo... Sé, pues, de sobra la ilusión y el ansia que la espera provoca en el niño. Es más, pasados los años, no he logrado atemperar mi ánimo al verla dispuesta. Quisiera, ahora que se acerca el carnaval en los colegios (e incluso ya se han visto ciertas cosas), hacer una llamada de atención para que, entre todos, —con palabras y hechos— sepamos transmitir respeto por aquello que nos iguala y nos une a los pies del Nazareno.

No dejemos que vestidura tan hermosa por su significado se destine a usos espurios e inconvenientes.

SMCE

A los cofrades nos gusta ver salir las cofradías. No necesariamente porque se vean mejor, sino quizá porque asistir al nacimiento de un fe...

A los cofrades nos gusta ver salir las cofradías. No necesariamente porque se vean mejor, sino quizá porque asistir al nacimiento de un fenómeno reporta una emoción diferente, de otra intensidad y hondura, ante el que el espectador se siente, además participe. 
Como en esta salida de nazarenos con túnica azul marino de la Hermandad del Perdón de Jerez el pasado Domingo de Ramos. Foto SMCE

Seguro que alguna vez le ha pasado. Se ha puesto de nuevo esa chaqueta –la del traje multiusos de las ocasiones especiales– y ha notado un...

Seguro que alguna vez le ha pasado. Se ha puesto de nuevo esa chaqueta –la del traje multiusos de las ocasiones especiales– y ha notado un objeto en el bolsillo interior. Ha metido la mano y se ha topado con una estampa del Cristo o Virgen, una fotografía de recuerdo de la última Estación de Penitencia, un recuerdo de lo vivido la Semana Santa pasada, todavía se puede oler el incienso en ella. Qué recuerdos le han venido de pronto. Este año no va a poder asistir, pero al ponerse la chaqueta se ha acordado de aquel maravilloso día. Las estampas que se guardan son altares que, como los azulejos de las iglesias, nos sorprenden en el callejero de nuestras vidas. Hay quien se ha encontrado con una de esas estampas en plena Nochevieja y quien las halla justo un año después. Están ahí, esperando una oración.


Semana Santa Sevilla 2017. Foto: SMCE