Dos pequeñas túnicas moradas de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno (Daimiel),  tiempo de soltar dobladillos y alargar mangas. Foto: S...

La pequeña túnica.

Dos pequeñas túnicas moradas de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno (Daimiel),  tiempo de soltar dobladillos y alargar mangas.
Foto: SMCE


Pocas cosas me merecen tanta veneración como una túnica de nazareno.

La que visto desde hace años, se guarda como un tesoro y antes preferiría perder un objeto valioso a que mi túnica se estropeara sin remedio. De pequeño, probársela era el mejor rito de la Cuaresma y una muestra palpable de que todo se acercaba. Mi madre soltaba dobladillos, alargaba mangas, ... así hasta que, apercibiéndome de no mancharla en un descuido, pendía de una lámpara. Ahora el rito se repite pero con los nietos.

Cuando la impaciencia me comía por dentro, entraba a hurtadillas en la pequeña habitación y la miraba en silencio, soñando con un sol que no siempre llegaría. 

Era el mejor cartel de Semana Santa que pudiera pintarse. Allí estaba, como una bandera, inalcanzable hasta el amanecer del Viernes Santo... Sé, pues, de sobra la ilusión y el ansia que la espera provoca en el niño. Es más, pasados los años, no he logrado atemperar mi ánimo al verla dispuesta. Quisiera, ahora que se acerca el carnaval en los colegios (e incluso ya se han visto ciertas cosas), hacer una llamada de atención para que, entre todos, —con palabras y hechos— sepamos transmitir respeto por aquello que nos iguala y nos une a los pies del Nazareno.

No dejemos que vestidura tan hermosa por su significado se destine a usos espurios e inconvenientes.

SMCE

0 comentarios: