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Nos comportamos como el ratón enjaulado, que da vueltas en su noria sin saber ni de dónde viene ni dónde va. La pandemia nos ha restringido ...

Nos comportamos como el ratón enjaulado, que da vueltas en su noria sin saber ni de dónde viene ni dónde va. La pandemia nos ha restringido la movilidad y, al mismo tiempo, ha aumentado nuestra impaciencia. El virus frenó la agitación exterior, pero aviva la interior. Venimos sintiendo unas ganas desaforadas de salir, de viajar, de pulular sin límites horarios ni geográficos. ¿Y dónde vamos? Eso es lo de menos. Solo queremos movernos, sin ir ni para atrás ni hacia adelante, como el hámster que gira en la rueda de su jaula.

Somos seres cada día más agitados. Nos desplazamos continuamente porque el movimiento no nos permite detenernos a pensar en la vacuidad de nuestra existencia. Somos bulímicos impacientes. De todo queremos más y más rápido. ¡Hasta Netflix permite ya ver sus series multiplicando por 1,5 la velocidad de visionado! Queremos verlo todo y estar informados del último chisme o probar el último restaurante para no quedarnos fuera de juego o de conversación.

Nuestra impaciencia se ha convertido en la máxima ocupación de estrategas ideológicos y publicistas. Se afanan sin descanso en atraer, colonizar y orientar la voluntad de los ciudadanos. Es una tarea difícil en una sociedad que padece déficit de atención. Es complicado satisfacer a un ansioso. Pero saben que nos hemos convertido en drogodependientes emocionales. Por ello, una caterva de predicadores, vendedores y políticos nos ofrecen todo tipo de emociones. Saben que quien se gana la atención del impaciente, controla su libertad.
foto SMCE



La gente está muy aburrida con esto de la fatiga pandémica que basta con tener un teléfono en la mano, un buen sofá —imagino que los que cre...

La gente está muy aburrida con esto de la fatiga pandémica que basta con tener un teléfono en la mano, un buen sofá —imagino que los que crean bulos no tienen muchas cosas que hacer y tienen como herramienta el confort y las horas muertas— y kilo y medio de mala uva. Y así se crean los bulos cofrades como el que tal o cual se va a presentar a presidente con no se quien, etc.

Meter a personas en una candidatura de la que nada tienen que ver es de traca

El daño que se hace es muchas veces irreparable y acaba habiendo mucha gente afectada. Te dicen, te cuentan y te comentan. Y ahora tienes que descifrar si es buena información o es un simple bulo.

Así están las cosas. Deberían las operadoras penalizar con un mes sin datos ni internet a quien sacara un bulo desde un teléfono. Y que el sofá donde el tipejo se reconforta mientras sonríe, se le convierta en la cama de un faquir. Cargaditas de púas para que se levante y trabaje un poco.
foto SMCE


A partir de hoy todo volverá un poquito más a la normalidad. Con el fin del polémico estado de alarma, no tendremos que volver apurados a ca...

A partir de hoy todo volverá un poquito más a la normalidad. Con el fin del polémico estado de alarma, no tendremos que volver apurados a casa antes de que una cierta hora, ni tendremos que limitarnos a viajar solo por nuestra Comunidad Autónoma, aunque eso, obviamente, no tenga nada de malo. También volveremos a disfrutar de las cenas en las terrazas hasta entrada la madrugada y de esas cañas de antes de cenar.

Sin embargo, ahora más que nunca será primordial sacar nuestro lado más responsable para seguir avanzando y poder volver cuanto antes a la normalidad más absoluta. ¿Seremos responsables o volveremos a caer en la tentación?

foto SMCE


Creo que, hoy en día, la renovación tiene que alcanzar de lleno todas las perspectivas desde las que miramos a nuestras Cofradías y Hermanda...

Creo que, hoy en día, la renovación tiene que alcanzar de lleno todas las perspectivas desde las que miramos a nuestras Cofradías y Hermandades para enfrentar con éxito los retos que nos plantea la sociedad. No se trata de cambiar por cambiar. Hay que renovar para mejorar. La calidad en nuestras corporaciones requiere flujo de ideas, lo que implica espíritu de cambio, no de recambio.

Creo que los proyectos se agotan, que la permanencia continuada en años y años en cargos de gestión de una Hermandad no ayuda al progreso de la misma. La calidad requiere renovación. Los sistemas cerrados carecen de calidad.

Desde hace tiempo las elecciones llevan aire fresco a las hermandades gracias a la obligación de renovación cada dos mandatos. Desde que las asociaciones de la Iglesia se vieran en la necesidad de adaptarse a las normas de la nueva democracia, en el plano del asociacionismo se consiguió un mayor aperturismo en el proceso electoral, en la renovación de hermanos mayores y juntas de gobierno que, por otra parte, siempre se dijo que se elegían por votación en cabildos o asambleas de hermanos.

Según refleja el articulo 21 del Estatuo Marco de la Asociación de Fieles de la Diócesis de Ciudad Real, "Estos cargos se renovarán, cada (no menos de 3, ni más de 5) años, pudiendo ser reelegidos por otro período consecutivo de igual duración. Un tercer período consecutivo sólo estará permitido en el caso de inexistencia de candidatos o si estos no son considerados idóneos por la Asamblea General.
Si no se contara con ninguna candidatura y la Junta Directiva saliente no estuviera dispuesta a continuar, se acudirá al Ordinario, que nombrará una Comisión Gestora en los términos que considere oportunos".

Con la existencia de dicho Estatuo Marco se garantiza que las hermandades puedan contar con una normativa que no solo reafirma lo que hasta ahora se había hecho, sino que mejora en algo tan importante como el periodo de renovación obligatoria de dos mandatos para el cargo de hermano mayor o Presidente. Se da un paso por delante a la sociedad civil, en la que todavía se sufre la presencia de políticos que se eternizan en sus cargos sin dejar que entre el aire fresco. Pero me planteo una duda, en esa renovación obligatoria de dos mandatos ¿están incluidos el resto del equipo directivo que acompaña al Presidente o Hermano Mayor?.

Es el espíritu de la renovación, evitar que las hermandades estuviesen sometidas a círculos cofrades a familias o que siempre estuviesen en las mismas manos. Surge así la necesidad de garantizar la renovación en todos las personas para evitar que estos solo cambiaran de nombre.

Así estuvieron algunas cofradías siempre en manos de los mismos (hoy se da el mismo caso también, a pesar de la creación del Estatuto Marco) .Con ello no se dejaba paso a otras personas y, con ello, a otras ideas en el seno de una misma hermandad. Se daba así pie a clanes y a actuaciones más propias de mafiosos que de un colectivo cofrade; porque su único objetivo era echar a quienes les pudieran hacer sombra. Todo esto ocurría y sigue ocurriendo a pesar de que la Jerarquía Eclesiástica ha metido la mano en este tema con la creación del Estatuo Marco.

Son un peligro los que quieren mantenerse a toda costa en la hermandad y es que en la vida no son más que eso.

La Iglesia diocesana no es extraña a todas estas cosas, y no debería permitir ciertas cosas. Se debería poner mas énfasis o revisar su articulado y reflejar también la obligatoriedad de que toda la junta de gobierno debe renovarse al 100% una vez cumplido dos mandatos de cuatro años, nunca mayor de ese tiempo, pero no sólo el Presidente sino todos sus miembros.

Se da el caso que en nuestras Hermandades se cambia de Presidente, pero muchos de los integrantes en su equipo directivo se quedan en la junta del entrante, perpetuándose en el cargo dentro de la Hermandad numerosos años. Se da el caso que hay personas que llevan ya repitiendo en juntas mas de 5 mandatos. Podemos estar hablando de entre 20 y 30 años dentro de una junta directiva.
Este tipo de casos no deberían de producirse en el seno de los órganos directivos de nuestras Cofradías y Hermandades y la Jerarquía Eclesiástica no debería cerrar los ojos o hacer el visto bueno, ante personas que llevan en juntas mas de 20 años, y me quedo corto.

SMCE.





Articulo 21 de las actuales Ordenanzas de la Cofradía Ntro
Padre Jesús Nazareno de Daimiel.



Estatuto Marco Diocesano de Ciudad Real



Es una época llena de cambios, de caos, de movimiento... No solo hacia fuera, sino también al mirar dentro de nosotros. A veces no nos damos...

Es una época llena de cambios, de caos, de movimiento... No solo hacia fuera, sino también al mirar dentro de nosotros. A veces no nos damos cuenta, pero nuestra sombra está ahí, y es en el desorden donde aparece con más presencia. No viene a asustarnos ni a producir más dolor, solo quiere abrazarnos y cogernos de la mano. Nos puede dar miedo encontrarnos con nosotros mismos, pero si lo hacemos es probable que hallemos un regalo que nos será muy útil en momentos bonitos y difíciles. Tiempos de encontrarse. De cambio. De renovación.
foto SMCE


El tiempo pasa y con él también se pierden muchas cosas. La maldita memoria nos provoca que las echemos en falta recordando todo lo bueno y ...



El tiempo pasa y con él también se pierden muchas cosas. La maldita memoria nos provoca que las echemos en falta recordando todo lo bueno y desechando todo aquello malo que nos dañaba. El recuerdo que más me viene a la cabeza es el de aquellos profesores que siempre decían que cuando saliéramos del colegio desearíamos volver. ¡Bendita razón! Al pasar los años te das cuenta de que estas cosas se tornan realidad. La vida es dura y en la inocencia de años pasados reside la verdadera felicidad. ¿Cuántas veces de niño habré deseado ser mayor para cumplir mis sueños y una vez alcanzadas esas metas haber deseado volver atrás?

Con el tiempo se pierden vivencias, familiares, amigos, cosas que antes hacías de corrido y que ahora se te cierran en tus narices. Recuerdo aquella primera fiesta, aquel primer beso, primer campamento, primer concierto o festival. La vida se compone de primeras veces y de lo que conseguimos recordar de ellas. 

Pensemos por una vez en aquellos que no podrán vivir esos momentos, los jóvenes. Los telediarios abren siempre con otros colectivos pero no nos paramos en pensar en estos adolescentes que ven como lo que debía ser la época de rebeldía y de diversión se les arrebata por la maldita pandemia que nos atormenta desde hace ya más de un año. Solo quedará pedir para que esta situación sea revertida y que la nueva realidad no sea nueva sino la que antes disfrutábamos.
foto SMCE




El interés por encerrar la Semana Santa en las sacristías y por borrar el sentimiento cristiano de España ni es de ahora ni ha surgido con o...

El interés por encerrar la Semana Santa en las sacristías y por borrar el sentimiento cristiano de España ni es de ahora ni ha surgido con ocasión de la pandemia, aunque algunos quieran aprovecharla para incidir sobre lo ‘progre’ y moderno que es arrinconar las creencias de los otros. Desde los intentos de convertir fiestas cristianas en solsticios, hasta promocionar el afán por el descanso y por las vacaciones playeras, todo se les hace poco para su intento. Lo que pasa es que, incluso en circunstancias tan especiales como las que estamos viviendo, los intentos pinchan siempre en hueso.

Por mucho que algunos, incluso desde algunos medios de comunicación que pasan por solventes, se afanen por demostrarnos que «no hay Semana Santa», la realidad es muy diferente. Basta con fijarse en muchos de nuestros balcones engalanados y en las gentes que se afanan por mostrar su devoción y su afán por mantener creencias y costumbres a pesar de la atipicidad de estos días.

En España sí ha sido Semana Santa y las gentes se preocupan por presenciar ceremonias y procesiones en la televisión e incluso mantienen tradiciones desde balcones y terrazas. Son ceremonias vacías de asistentes y procesiones retomadas de años atrás y que son seguidas con todo el entusiasmo y la ilusión y el interés de cada año. 
Escaparate Floristería Ortega Utrilla, Daimiel