Las masificaciones previas a estas noches señaladas me ponen literalmente de los nervios y no por motivos sanitarios. No saben cómo agradezc...

Felices Fiestas

Las masificaciones previas a estas noches señaladas me ponen literalmente de los nervios y no por motivos sanitarios. No saben cómo agradezco que esta vez no haya alegres grupos de personas de uniforme inclasificable cantando canciones populares. No entiendo las colas para comprar empanadillas, gofres y quesos que se pueden adquirir más baratos en cualquier supermercado. Y lo de quedar con gente por obligación nunca ha sido de pleno agrado. Prefiero las fiestas sin motivo, beber sin sed, las noches de lunes sin motivo aparente.

Borro las felicitaciones navideñas del correo electrónico con cierto grado de violencia. Reconozco que le deseo lo peor al que inventó los envíos masivos de mensaje del móvil porque los buenos propósitos y las grandes intenciones rara vez son sinceras cuando se remiten en cadena. Nunca sé qué regalar a los próximos. De tal forma, siempre compro el libro que me gustaría leer, el detalle que quisiera que tuvieran. La perspectiva de una cena encerrado en casa viendo una peli y en pijama es lo más cerca de la felicidad que podría acercarse a los que tenemos la misma sensibilidad navideña que el dueño del chino de mi barrio. Aún así, y dado que no hay otra, tengan ustedes unas (en fin) felices fiestas.

PD: Reflexión aplicada tanto a la Noche Buena como a la Noche Vieja.

Foto SMCE





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