La presión sobre la Navidad de este año es tan fuerte que sólo le queda defraudar. Ni hay entusiasmo ni se espera. Estamos a otras uvas.  S...

La Navidad más extraña

La presión sobre la Navidad de este año es tan fuerte que sólo le queda defraudar. Ni hay entusiasmo ni se espera. Estamos a otras uvas. 
Sobre la Navidad hay un mar de dudas. Nadie sabe bien qué hacer, pues entre lo prohibido y lo temido se nos ha ido el fragor. Tres o cuatro generaciones seremos testigos de la Navidad más extraña del mundo. La fe del contribuyente se deposita ahora en los laboratorios desperdigados por todos los rincones. 
Ahora mismo la palabra «fiesta» está entre las más impertinentes. No por falta de ganas, sino porque no hay manera ni para qué. Si uno piensa a fondo en el mes de diciembre que arranca, parece difícil escapar del vértigo confuso que genera. Es agotador todo lo que hay que sobrevivir para seguir siendo pasado, pues la Navidad no tiene sentido sin la memoria: por quienes no están o por los que aún están demasiado. 



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