Lo dirán los niños, aún con su vago recuerdo. Lo contarán los abuelos a sus nietos. Lo dirán los músicos que le pusieron compás a la...

Un año ya de aquellos dias inolvidables




Lo dirán los niños, aún con su vago recuerdo. Lo contarán los abuelos a sus nietos. Lo dirán los músicos que le pusieron compás a la zancada inquebrantable del Hijo del Hombre medio siglo después. Lo dirán las 220.000 personas que acudieron a su encuentro, los 11.000 hermanos de nómina y también aquella humilde vecina del barrio que llevaba una década sin verle el rostro al Señor fuera de su casa, a la que pusieron delante para que se cruzara la mirada de nuevo bajo ese cielo sevillano que lo mismo se lo cantó Rodríguez Buzón, que lo hizo la voz eterna de Manuel Cuevas al subir la Cuesta. Lo dirán las calles por donde nunca antes pasó, lo dirán las monjas y novicias que llevan con Él la cruz del sufrimiento.

Y lo dirá el sol, por ponerle luz a quien camina entre sombras cada Madrugada: «Yo estuve allí».Porque la Providencia quiso que las calles se llenaran de agua para que el Cisquero tardara tres días en volver, y lo hiciera en una mañana de sol de justicia por los caminos de la Esperanza.

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