Uno de los establecimientos emblemáticos de Córdoba se reinventa y vuelve a abrir sus puertas para mantener la tradición de más de dos déc...

Uno de los establecimientos mas emblemáticos de Córdoba vuelve abrir sus puertas

Uno de los establecimientos emblemáticos de Córdoba se reinventa y vuelve a abrir sus puertas para mantener la tradición de más de dos décadas de historia

Casa Curro o la popular taberna cofrade La Trabajadera vuelve a abrir sus puertas para mantener la tradición de más de dos décadas de historia. La misma comenzaba cerca de un local aledaño al conocido establecimiento de Lucas y lleva más de dos décadas ininterrumpidas de servicio a la ciudad que, este jueves 22 de diciembre, asistirá a un nuevo aniversario del local.

La calle Alfaros guarda algo más que un establecimiento típico de la geografía urbana de Córdoba. Más que una taberna, La Trabajadera se ha convertido en un punto de paso, más allá del mundo de la Semana Santa. Bajo esa denominación o la de Casa Curro, el apodo del popular capataz al que se asocia la misma, este bar pertenece al selecto grupo que ha perdurado al paso del tiempo. 26 años luchando contra el tiempo podría titular la crónica de un viernes 16 de diciembre, que también habla de otros locales que, como La Vieja Berrire dieron nombre a “mediosdías” y noches de una Córdoba acoge que se reencuentra con sus parroquianos de siempre.

Por los angostos muros de La Trabajadera han pasado personalidades, que lo fueron o lo son, de la Semana Santa. Exaltaciones a la Cuaresma como la de Fernando Morillo, con el calor cercano de un público expectante o lecciones magistrales como las del antiguo capataz de la Macarena, Luis León. Con un medio o una copa en la mano, porque ahí la charla gana cuerpo, los recuerdos se tornan imborrables. Una tapa de avellanas o de altramuces, ¿habrá algo más cordobés? Quizá no lo sepan, pero poco más.

Al entrar reciben dos azulejos, uno del Gran Poder y otro de Manolo Santiago. El rostro del capataz se une con el de Dios hecho hombre y, desde la televisión, se deja caer una marcha. Un camarero les servirá lo que le pidan. Tal vez sea su propietario, el mismo que lleva detrás de una barra el mismo tiempo que lleva delante de un paso. Sea como fuere, usted al entrar pueda hacerse a idea de dónde se encuentra, de las generaciones que se han acodado sobre la madera gastada, sobre la muesca misma de las cofradías esperanzadas en su propio cambio. Todo lo que refleja una barra expresa un modo de entender la vida, compartiendo alegrías y preocupaciones, siempre con los demás. Todo fluye en La Trabajadera que, de nuevo, ha abierto sus puertas para mostrar parte de la historia de la cuidad.

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