Las ciudades ya presumen de alumbrados . Las tiendas están a tope y la televisión bombardea hasta la extenuación con juguetes infantiles y...

Las dos caras de la Navidad

Las ciudades ya presumen de alumbrados. Las tiendas están a tope y la televisión bombardea hasta la extenuación con juguetes infantiles y turrones de almendra, mientras Papá Noel toma las sobremesas, el clásico de James Stuart en blanco y negro vuelve a decir a los más insomnes a un diciembre más ¡Qué bello es vivir! y los niños apuran sus últimos buenos modales porque los Reyes ya están en camino. Ésta es la Navidad que año a año vivimos, pero que adolece de autenticidad. Son las mismas fechas, muchos mantienen la ilusión y sin duda son las fiestas más bonitas, pero la realidad pinta distinta de una casa a otra. Navidad es sinónimo de felicidad en las culturas de los países occidentales y también la época más materialista del año, aunque también es para muchos un tiempo de nostalgia, de heridas abiertas y en la que más se notan las diferencias sociales.

Millones de parados, miles de refugiados, pobreza, enfermedad, desahucios, inestabilidad, guerras e injusticias siguen coronando los últimos días de 2016, y mientras el privilegio de algunos da para mantener viva las ilusiones y a las familias unidas alrededor de una mesa repleta de viandas, la otra cara de la moneda nos deja amargura con la indiferencia como sentimiento más extendido.

Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor, que ahora no se da el mismo valor a las cosas y que nos satura las neuronas y la sensibilidad tanta luz artificial, tanta fiesta y tanto consumismo. Tal grado de insatisfacción hace difícil ver el lado bueno, resulta complicado tener esperanza y pensar en un futuro más prometedor, pero en esta obra los actores seguimos siendo los mismos. Nosotros.

Con tan solo una mirada a las webs, un repaso a los periódicos y una visual a los informativos sabemos que el mundo no está sano. Estamos seguros de que las familias de las víctimas de los atentados no serán felices en estas fechas, que quienes viven bajo el cielo raso no entienden de Navidad, que los políticos seguirán peleándose, que los corruptos no desaparecerán en 2017 y que los conductores asesinos de ciclistas podrán huir del escenario del crimen pero no de sus conciencias. Aunque en una mirada a esas noticias también sabemos cuánta gente gusta de ayudar a los demás. Asociaciones humanitarias sin ánimo de lucro, comedores de beneficencia, recogidas voluntarias de comida, ropa y medicamentos luchan por sacar lo mejor de uno mismo y mostrárselo al mundo para que la solidaridad sea el mejor regalo. «Trataré de honrar a la Navidad en mi corazón y de mantener ese sentimiento todo el año», escribía Charles Dickens, un gran crítico de la sociedad burguesa en la que le tocó vivir. Dejémonos llevar por los más sabios, aprendamos a mirar hacia el lado y pidamos a Melchor algo de empatía. Es un paso, el resto son solo luces y sombras.

Y, por qué no, disfrutemos también de todo ese ambiente que envuelve estos días y mantengamos la ilusión de la noche de Reyes.

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