A compás la cera llora
porque viene de regreso,
quedando en el aire preso
todo grito que le implora.
La luz el rostro le dora
dibujándolo en sonrisas
y al dejar Caballerizas
los blancos muros rozando,
una voz le va cantando
al son de los guardabrisas.
Y después:
cuando sigue caminado
bajo estrellas cristalinas,
a compás las bambalinas
sin querer van redoblando;
también la va acompañando,
la luna clara, el lucero,
la oración del nazareno,
una saeta gitana,
y un repique de campana
sin que toque el campanero.
(A. Rodríguez Buzón)
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