Si hay un lugar que los españoles asociamos al cambio de año ese es la Puerta del Sol de Madrid. Son miles los que lo celebran apiñados en t...

Al menos tendremos mucho que agradecer

Si hay un lugar que los españoles asociamos al cambio de año ese es la Puerta del Sol de Madrid. Son miles los que lo celebran apiñados en torno al histórico reloj del Kilómetro Cero, pero somos millones los que brindamos, con más o menos conciencia de lo que significa el paso del tiempo, mientras lo contemplamos por televisión y escuchamos sus campanadas. Este año no será así. Y aunque se trate de una cuestión en la que no nos va precisamente la vida, la suspensión de este acto ilustra la capacidad de la pandemia de poner en jaque usos y tradiciones que componen nuestro modo de vivir. 

Será un sacrificio más en lo tocante a nuestra manera de gozar, de celebrar que estamos juntos en esta aventura marcada por el tiempo y el espacio. Claro que, en este caso, no será un jaque mate, y podría ser incluso una oportunidad de recuperar las razones de una celebración que también se degrada fácilmente.

 Echaremos de menos un momento y una forma que otros años quizás han llegado incluso a producirnos fastidio. Pero, con algo menos de jolgorio, puede que nos paremos un instante a reconocer, a través de tantos dolores y fatigas, que tenemos mucho que agradecer y una esperanza que se resiste a decaer, y que necesitamos radicalmente a los otros para vivir.

Foto SMCE (archivo)


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