La víspera se hace fiesta.  Sevilla en Cuaresma , aunque en la capital andaluza a estos 40 días se les quita el tratamiento respetuoso y...

Saboreando las Vísperas

La víspera se hace fiesta. Sevilla en Cuaresma, aunque en la capital andaluza a estos 40 días se les quita el tratamiento respetuoso y esa máscara tiznada de ceniza, de gesto agrio, que relataba el Arcipestre de Hita en las luchas que mantenía con Don Carnal en El Libro del Buen Amor. Para los cofrades sevillanos, aunque pueda parecer una contradicción, este periodo litúrgico se convierte en la antesala de la gloria. O en la misma gloria.
Durante un año se lleva esperando el Miércoles de Ceniza como punto de arranque de un periodo vivido con intensidad en las hermandades. No sólo en los templos, sino también en las calles. La luz gana la batalla a la noche con tardes donde el sol suelta el dobladillo. El aire se preña de aromas que resucitan por estas calendas: el olor a miel de las torrijas, el azahar de los naranjos, el incienso que traspasa los muros de las capillas…

La ciudad cambia de indumentaria por completo. Abandona la pesada túnica del invierno y se envuelve en suaves tejidos que traslucen una nueva primavera.
Sí, por estas fechas Sevilla sufre una metamorfosis bastante peculiar. Vuelve a ser la que siempre fue. La que lleva dentro todo el año, pero de la que hace gala en estos 40 días. Por este motivo, se hace más que aconsejable la visita a la ciudad hispalense en esta víspera de la Semana Santa. Antes de que las cortejos penitenciales inunden sus calles y autóctonos y foráneos las tomen.
En Cuaresma se puede disfrutar de momentos que sirven de prólogo a los días de la Pasión. Contemplar en los templos los suntuosos altares de culto que montan las priostías de las hermandades, auténticos vestigios del arte efímero que legó el Barroco a la ciudad. No se pierdan los de la Soledad de San Lorenzo, el Buen Fin, el Silencio o el Valle. También se puede disfrutar de los traslados de las imágenes titulares, algunas de gran devoción, como la Esperanza de Triana, cuando es llevada de su capilla a la parroquia de Santa Ana para la celebración del septenario, así como su vuelta, el penúltimo lunes de Cuaresma, acompañada por banda de música.

No dejen de ver los numerosos vía crucis que se celebran, como el que organiza el Consejo de Cofradías el primer lunes de Cuaresma y que este año será presidido por el Señor de la Oración en el Huerto, de la Hermandad Montesión.
También los hay de especial encanto, como el del Cristo de las Misericordias, de la Hermandad de Santa Cruz, que tiene lugar el segundo viernes de Cuaresma por las calles de este típico barrio, o el del Cristo de Salud, el cuarto sábado de Cuaresma, por una de las collaciones con más enjundia de Sevilla: San Bernardo.
En la semana previa a la Semana Santa podrán contemplarse también diversos traslados y cultos que simbolizan la llegada inminente de los días más importantes de la ciudad. El Domingo de Pasión (el anterior al de Ramos), se celebra una multitud de besamanos y besapiés a las sagradas imágenes. Además, a muchas de ellas ya se les puede contemplar en los pasos. También en estas jornadas tienen lugar los traslados a los pasos de salida, siendo de todos ellos el más afamado la subida del Cristo del Calvario, en la impresionante penumbra barroca de la parroquia de la Magdalena, el sábado anterior al Domingo de Ramos. Vísperas que concluirán esa noche, cuando el reloj traspase las doce, con el besamano a Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, la devoción universal de Sevilla.
Razones, por tanto, más que suficientes para sumergirse en una víspera y saborearla hasta el extremo. Ello, sin mencionar el importantísimo legado patrimonial que atesora la ciudad. Si ya lo conocen, no duden en volverlo a visitar. El Parque de María Luisa o los Jardines del Alcázar cuando llega marzo son una delicia para los sentidos. No duden en comprobarlo. Saboreen las vísperas en Sevilla.

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