Nunca se sabe cuántas personas leerán lo que uno escribe. Pero sí es posible sospechar, según el tema o la fecha de publicación, si el...

Por esos hermanos nuestros



Nunca se sabe cuántas personas leerán lo que uno escribe. Pero sí es posible sospechar, según el tema o la fecha de publicación, si el lector va a encontrar con facilidad o no un hueco para enfrentarse a estas líneas y hasta la actitud con que lo hará. Hoy es más difícil encontrar el momento: los preparativos de las casas, las compras y encargos de última hora, esos aprendices de masterchef que buscan sorprender a sus íntimos, esas copas que se prometen breves y, luego, no lo son... Por eso, debemos recordar que en estos días serán muchas las excepciones a la regla de una felicidad urbi et orbi.

Habrá hermanos nuestros de túnica y medalla que no tendrán una noche buena, ni de villancicos o turrones. La casuística es tan variada que no merece la pena entrar en detalle ni acudir a frases melodramáticas. Baste saber que ellos no lo estarán pasando bien..., como el año que viene tocará a otros. Y si ningún nazareno sale a la calle sin rezar sus oraciones y mirar a sus imágenes de frente, tampoco estos días deberíamos olvidar a los que llevarán su dura procesión por dentro. Si no nos da vergüenza hacer los brindis más osados en la mesa, menos aun debería serlo el tenerlos presentes invocando a sus titulares con una plegaria.

Tal vez ellos no lo sepan nunca, pero en nuestra conciencia queda. Feliz Navidad. ~

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