Detalle Cristo de la Victoria, Hermandad de la Paz Foto: SMCE |
Sólo faltan once días para la llegada de un nuevo Domingo de Ramos. Pero,antes del amanecer más bello que todos deseamos, queda por vivir un domingo casi igual de bello: el de Pasión.
Hay quien dice que el Domingo de Pasión es el día más bello de la cuaresma. El de Pasión es el más bello preámbulo de lo que está por llegar. A partir de ahí, todo rueda solo, quizás, más deprisa de lo que quisiéramos.
Y a partir de aquí cada uno lo hace de una manera o en un lugar distinto, mirando a una imagen o a otra, escuchando cornetas y tambores o música de palio pero, al final, todos creemos alcanzar la gloria. Como dijo Carlos Herrera en su Pregón de la Semana Santa de Sevilla de 2001: «A la gloria, sevillanos».
Después, hay quien pregunta por qué la Semana Santa es tan grande y hace aflorar tantas cosas.
Quizás sea, precisamente, por eso. Porque es capaz de mover sentimientos, de convertir en bella a la melancolía, de irradiar todo tipo de sensaciones, incluso hacer reconciliar a los pensamientos encontrados. Esa es nuestra Semana Santa, la que tanto tiempo llevamos esperando y que muy pronto empezaremos a echar de menos, incluso antes de que llegue. Y es que, hay quien dice que una vez pasa el Domingo de Pasión, ya se empieza a intuir el final.
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