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Las personas cambiamos, evolucionamos, incluso a veces hasta involucionamos, pero estamos en nuestro derecho de hacerlo, de modificar nues...

Las personas cambiamos, evolucionamos, incluso a veces hasta involucionamos, pero estamos en nuestro derecho de hacerlo, de modificar nuestro punto de vista, balancear nuestras prioridades, trasformar nuestra vida, alterar nuestro camino... y tanto nosotros como quienes nos rodean deberíamos vivirlo y aceptarlo con total naturalidad... 

SMCE
Cadiz, foto SMCE

Hay personas que nunca te vuelves a encontrar, son esas que al salir cerraron bien la puerta con un cerrojo. No volverán a tu vida ni incl...

Hay personas que nunca te vuelves a encontrar, son esas que al salir cerraron bien la puerta con un cerrojo. No volverán a tu vida ni incluso aunque las encuentres. Hay otras que dejan la puerta entreabierta para no irse del todo. Son esas personas que han dejado un hueco porque para ellas eres inolvidable y no podrían vivir sin saber de ti. Sólo regresa a tu vida quien nunca se fue del todo. Personas que te quisieron y que por circunstancias tuvieron que partir hacia otros lugares.
Foto SMCE

El tiempo, eso que todos tenemos y no sabemos muchas veces que hacer con él. El tiempo es un camino a veces largo y otras corto, en los ...


El tiempo, eso que todos tenemos y no sabemos muchas veces que hacer con él.
El tiempo es un camino a veces largo y otras corto, en los que estamos en una carrera continua por ver quien llega antes a la meta, si el tiempo o nosotros mismos.

Muchos corren pausado, otros acelerados y algunos como buenos corredores de fondo, se preparan el camino para disfrutar de la carrera.
El tiempo lo solemos llevar por muñequera y miramos constantemente esa aguja del segundero que avanza tan rápido hacia la hora en punto, mientras nosotros sabemos que a esa hora no llegaremos al punto exacto de nuestro destino.

El tiempo es un camino, aunque no lo parezca el tiempo nos da tiempo para disfrutar de ello. Es más, muchas veces nos damos cuenta de que perdemos el tiempo o lo hemos perdido por el mero hecho de no hacer nada y por eso, en esta carrera de fondo, el tiempo ya nos lleva una ventaja.

El tiempo es disfrutar, ir en esa carrera de fondo en la misma dirección y con la misma intensidad. A veces iremos deprisa o el tiempo nos acelerará, iremos despacio y disfrutaremos más.
Aunque el reloj nos marque el tiempo en segundos, minutos y horas, hagamos que esas 24 horas sean eternas y las disfrutemos un día tras otro y así sucesivamente los 365 días del año.

Disfrutemos del tiempo, despacio o deprisa pero disfrutemos porque el tiempo es algo tan inmaterial pero que al fin y al cabo se acaba contando en segundos.

SMCE
Playa Sanxenxo, foto SMCE

La vida es maravillosa, disfrútala a tu manera... ¡ Sólo hay una !

La vida es maravillosa, disfrútala a tu manera...

¡ Sólo hay una !



Tenemos la obligación moral de transmitir a nuestros hijos y nieto s (cuando tengamos) el patrimonio devocional que hemos heredado o, inc...

Tenemos la obligación moral de transmitir a nuestros hijos y nietos (cuando tengamos) el patrimonio devocional que hemos heredado o, incluso, el que hemos sido capaces de atesorar durante los años de pertenencia a nuestra hermandad, bien sea desde el anonimato de una presencia ocasional, de una visita esporádica pero reparadora y vitalizadora a nuestros titulares, de la incorporación anual al cortejo penitencial, siempre distinto, siempre pleno de vivencias y recuerdos entrañables, e incluso, en la distancia, aferrándonos a la estampa que guardamos con mimo y mostramos a los demás, en prueba palpable de nuestros sentires espirituales, o bien desde el compromiso adquirido en una etapa indeleble de nuestras vidas, por haber asumido responsabilidades de gobierno y que habrá dejado huella en el ámbito familiar, especialmente cuando esa fuerte vinculación temporal no desaparece o se desvanece con la culminación del mandato.

Asimismo, son incontables y absolutamente necesarios los hermanos que entregan su tiempo, sin medida ni recompensa material alguna, para colaborar en todas las áreas de la hermandad, primordialmente en la priostía y la secretaría, manos fraternas, personas sencillas que no anhelan posiblemente un cargo, pues saben que el mejor modo de servir es entregándose, sin perderse en reflexionar sobre quiénes dirigen los destinos de la hermandad en cada momento, pues ellos trabajan y ofrecen sus conocimientos y capacitación para seguir escribiendo la más brillante y fructífera historia de la gran familia cofradiera en la que están insertados. Otro ejemplo cotidiano del más asentado enriquecimiento en los fervores personales y comunitarios.

Pues ese es el exclusivo bagaje que hemos de transferir inexcusablemente a quienes toman ya el relevo de nuestras devociones, compartiéndolas con la intensidad del amor filial o expectantes a cuanto de sus admirados abuelos son capaces de percibir, con la presteza, frescura y asombro de sus escasos años. Desde el primer contacto con el manto de la Virgen que recoge nuestras cuitas y amores o a los sagrados pies o manos del Señor de nuestra más profunda veneración; con la primera túnica de lactante o ya de inquieto y jovial monaguillo, imagen perfecta de un futuro asegurado; con el hábito nazareno que les otorga una inusitada formalidad en el cortejo y los deseos de cumplir con su deber como hermano; o como punto de unión entre el pasado y el porvenir, entre el ayer y un mañana que ya se hace realidad en el hoy de esas figuras contrapuestas por la edad y la experiencia, todos estos valores cofradieros son el mejor legado que podemos entregar afectivamente a quienes deben ocupar nuestras preferencias. Y esa misión educativa, privilegiada y entrañable, tiene para mí, ahora, un nombre: nuestros hij@s.


Una vida tranquila y humilde aporta más felicidad que la búsqueda del éxito y la inquietud constante que ésta implica.  — Albert Einste...

Una vida tranquila y humilde aporta más felicidad que la búsqueda del éxito y la inquietud constante que ésta implica. 
— Albert Einstein - La Teoría de la Felicidad. 


Foto SMCE


Después de soñar, llega la cruda realidad. El éxito, los sueños, están llenos de obstáculos, desazones, desilusiones, miedos, caídas. Tal vez la felicidad precise renunciar a alguno de nuestros sueños más osados. La consecución del éxito exige sacrificio, ambición, y a veces, por qué negarlo, algo de soberbia. Quien cree en algo, lo defenderá pese a todas las consecuencias. Esto implica también encontrarse con problemas, enemistades, envidias, temores... Todos estos sentimientos nos restan un poco de esa felicidad que transmite la quietud, el recogimiento y la humildad. 


Muchos ven en esto algo contradictorio. No lo creo. Ambas están relacionadas. Einstein extendió al humilde mensajero dos opciones: la de permanecer en su espacio de bienestar, felicidad y serenidad o la de salir de su espacio de bienestar y perseguir algún sueño más ambicioso. Todos, pensaba Einstein, somos libres de escoger uno de los dos caminos. Puedes perseguir tus sueños (y tendrás que hacer muchos sacrificios por el camino) o quedarte donde estás, en tu zona de confort y optar por una felicidad plácida y sin sobresaltos. Seguir el primer camino no implica no ser feliz, sino se feliz e infeliz a ratos, con sus altibajos. Implica pequeñas dosis de felicidades salteadas entre otras cuantas dosis de insatisfacción y desilusiones. El segundo camino implica una felicidad constante, sí, más permanente. Te ahorrará el dulce sabor de la derrota, del miedo, de la frustración, pero tampoco podrás recoger recompensas tras una dura carrera y degustar el cálido y dulce sabor del éxito.

Fotos SMCE La crítica de la moral y a la religión forma parte de la crítica en general que Nietzsche hace a toda la cultura occidental...

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La crítica de la moral y a la religión forma parte de la crítica en general que Nietzsche hace a toda la cultura occidental. Moral y religión son, para este autor, dos elementos que buscan someter a los hombres a determinadas pautas de comportamiento social. Una sociedad será mucho más ordenada si se apoya en alguna moral y determinada religión. 

Eso explica el éxito que han tenido a lo largo de la historia. Todos los gobiernos han buscado el modo de aglutinar a sus súbditos mediante leyes, pero el sometimiento a las mismas se hace mucho más eficaz si, además de los medios con los que cuenta el gobernante para hacer que se cumplan, se cuenta con una moral y una religión que convenzan de que el sometimiento a las leyes es "muy bueno". De esa manera se logra que los sometidos no se vean sometidos porque serán recompensados con una buena vida futura.

Esta interpretación es lógica a partir del significado que Nietzsche otorga a la "voluntad de poder". Como todos poseen esa voluntad de poder, de imponerse, los que mandan en una determinada sociedad necesitan que los sometidos no se den cuenta de la ausencia total de libertad en la que viven, refugiándose en el mérito de cumplir una moral y una religión. El contribuyente, la persona socialmente responsable, es así un ciudadano ejemplar del que las autoridades ya no tienen que preocuparse. Ese hombre cumple las leyes sin coacción alguna y alberga la esperanza de que su recompensa es el reino de los cielos.

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