Hay una en Daimiel que es refugio de mis pesares, mirador a la esperanza. Hay una ventana en Daimiel que guarda la fe de mis pa...

Esa ventana



Hay una en Daimiel que es refugio de mis pesares, mirador a la esperanza.

Hay una ventana en Daimiel que guarda la fe de mis padres, que fuera la de mis abuelos, y en mi alma quedó grabada a fuego.

Peregrinos del orbe cristiano que encomendando pasan sus intenciones a sus plantas. Con reja forjada de hierro porque en ella  espera en silencio, de túnica morada, de enmudecido aliento, de luz para el mundo entero, y de paz para mis sueños. Crisol de gremios que en antaño sus carros detuvieron cargados de miedos y anhelos y ante su piedra expusieron la salud de los suyos. Alforjas llenas de nada, corazones que esperan abiertos.

Hay una ventana en Daimiel que mira a todo el que pasa, que refleja en la mañana el sol de su mirada, que amaina las guerras del alma, que es paz en la parada, que pide caridad callada. De frescor al clarear el alba, de meditación serena en la noche estrellada. Con torre alta y campana, asómate a la ventana verás el color de la púrpura, corona de burla aguanta, en su rostro saliva amarga, la cruz del mundo le aguarda y el perdón para todos manda.

Ventana jubilosa de Viernes, por siglos y siglos que pasen, a tus plantas vendrán a buscarte caminantes sin rumbo y errantes que sueñan tu luz les ampare, las espinas malditas quitarte y el peso de tu cruz aliviarte. 

Ventana de Dios Salve, como un niño quiero abrazarte y a tus pies arrodillarme y pedirte bajito que por mi nombre me llames, Jesus Nazareno, cuando al final del camino, hasta tu casa me llames. 

SMCE. Diciembre 2013.


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