“No se habla nada de la capacidad de liderazgo, de su preparación, de sus conocimientos, de sus cualidades humanas y cofrades, de su sap...

Sobre los que dirigen nuestras Hermandades y Cofradías

“No se habla nada de la capacidad de liderazgo, de su preparación, de sus conocimientos, de sus cualidades humanas y cofrades, de su sapiencia y habilidad en el trato”

El ser dirigente o responsable de una organización, sea del tipo que sea, requiere algunas capacidades y cualidades, además de sustentarse en el dominio técnico de su trabajo, de sus conocimientos; en conocer sus fortalezas y debilidades, y en la habilidad para tratar a los demás; combinando respeto, capacidad de comunicación y talento para escuchar.

Esto, diríamos que podrían ser los requisitos necesarios para ser dirigente o máximo responsable de una entidad o institución, que bien se podría aplicar tanto al mundo de la empresa como al de las Hermandades y Cofradías, que será sobre el que nos vamos a ocupar en este artículo.

Las normas diocesanas emanan una serie de requisitos imprescindibles para optar a ser Hermano Mayor (Presidente) o bien de miembro de Junta de Gobierno, los cuales entran a valorar el espíritu de vida cristiano, la comunión con la Iglesia universal y diocesana, una antigüedad mínima en la Hermandad, no desempeñar puesto en otra corporación, etc. etc.

Pero curiosamente no se habla nada de la capacidad de liderazgo, de su preparación, de sus conocimientos, de sus cualidades humanas y cofrades, de su sapiencia y habilidad en el trato de personas, etc. etc. así podríamos poner una serie de requisitos que, para mí, debían de ser necesarios, sobre todo, para ocupar el puesto de Hermano Mayor.

Nadie nos obliga a aceptar o a presentarse a un puesto de responsabilidad en una Hermandad y cuando lo hacemos, pienso que se hace por el sentirse cristiano, discípulo de Cristo, por el amor a unas Sagradas Imágenes, por el cariño a la institución, y por el espíritu de sacrificio  y de entrega y servicio hacia los demás miembros de su corporación.

Pero además de todo ello, hay que tener, en mi opinión, un mínimo de conocimiento, de capacidad de liderazgo, de práctica en el trato con los demás y en saber mandar, para desempeñar el puesto que se le designa o al que se va a presentar.

Vaya por delante mi admiración, respeto y consideración por los cofrades que son dirigentes en nuestras Hermandades y Cofradías, sobre todo por los máximos responsable, por los Hermanos Mayores, los cuales, con una dedicación, en algunos casos fuera de lo común, sacrifican su tiempo, su esfuerzo, (incluso en algunos casos) a su familia, a sus amigos o su dinero.

No quisiera creer que pueda haber personas (aunque reconozco que las hay) que se presenten a estos puestos sólo por el hecho de ser protagonista, por lucimiento personal, por promoción social, por falsa entrega a los demás o por hacer “la pascua” a otro.

El ocupar un puesto en una Junta de Gobierno, además de aceptar a cumplir una gran responsabilidad y de darte una alegría interior, en algunas ocasiones, generalmente, son puestos ingratos, con insuficiente consideración y respeto por parte de muchas gentes, incluso de la propia Hermandad, ya que, en muchos casos, se reciben críticas, muchas veces desproporcionadas, no se les reconoce el trabajo ni la dedicación y a veces no se entiende su esfuerzo.

Ello, según mi modo de percibir, conlleva el que tenemos que pensar y tener muy claro (y hacérselo ver a los hermanos) que el trabajo, el empeño, el esfuerzo, la dedicación tienen que ser por el bien de la Institución, pero sobre todo pensando en los demás hermanos de la Corporación, que deben ser los verdaderos protagonistas del servicio y entrega de los dirigentes.

Es difícil, muy difícil, creo, el ser Hermano Mayor o responsable de alguna parcela en una Hermandad, y eso es algo que hay, y que deben de tener en cuenta, todos los componentes de la Institución, y valorarlos, apoyarlos, y reconocerles, cuando terminen su mandato, todo lo que han dedicado a la Hermandad (en algunos casos con mejor fortuna y otros con no tan buena) ya que, sin ellos, sin su trabajo, su dedicación, su esfuerzo, no existiría.

Por ello hay que tener en cuenta a aquellos dirigentes o personas que han dedicado una gran parte de su vida a la Institución, a aquellos, muchos en callado servicio, que dejaron una buena parte de su vida en que la Hermandad saliese adelante, enfrentándose a muchos problemas y dificultades.

Se debe hacerles ver que son necesarios, que no porque hayan terminado su periodo de responsabilidad deben dejar la Hermandad, ni dejar de ir, ni estar al tanto de lo que se “cuece”, ni sentirse ignorados, o que sientan que su época pasó.

En muchos casos su experiencia y conocimiento haría buena labor de ayuda en momentos que se presentan en el día a día de la Hermandad, pero sobre todo que se puedan sentir queridos, respetados, y que su etapa como dirigente, con sus luces y sus sombras, fue propicia.

En estos meses han fallecido algunas personas que fueron parte de la historia de su Hermandad y que dedicaron una buena parte de su vida a la misma y me ha gustado mucho el reconocimiento, el respeto y el cariño que le han demostrado, por escrito, ya sea en Cabildos o en prensa.

0 comentarios: